Prólogo al libro Hacia una economía para la vida
Aurelio Alonso
Como homenaje a Franz Hinkelammert, publicamos este prólogo que escribiera Aurelio Alonso para la edición cubana de Hacia una economía para la vida (Editorial filosofi@.cu / Editorial Caminos, 2014), un libro escrito con la colaboración del economista costarricense Henry Mora Jiménez, con quien Hinkelammert trabajó durante muchos años.
La primera vez que tuve noticia de Franz Hinkelammert fue por mis compañeros del Departamento de Filosofía que pasaron cursos de posgrado en universidades de Chile durante los años de la Unidad Popular. Allí entraron en contacto con aquel economista alemán que, decidido a hacer de la América Latina el espacio de sus pensamientos, se había incorporado en 1964, con los bríos juveniles de los treinta años de edad, al Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales (ILADES). Poco después apareció impartiendo clases en la Universidad Católica, e investigando en su Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN). Sus trabajos comenzaron a publicarse en la revista trimestral del Centro, Cuadernos de la realidad nacional, valiosa empresa de pensamiento que rápidamente devino foro de reflexión académica para el debate desprejuiciado sobre el proyecto socialista, el chileno y los otros. Ya en sus trabajos de entonces se hacía notar su comprensión del socialismo cubano centrada en los rasgos de identidad que le diferenciaban del resto de los experimentos en marcha.
La América nuestra se volvió la América suya y Franz le aportó lo que traía consigo de la profundidad y el rigor del pensamiento alemán, que a su vez se benefició de la creatividad latinoamericana, según ha dicho de él con sobrada razón el sociólogo belga François Houtart.
De los apuntes de los cursos de entonces salieron los primeros libros y artículos, en particular Ideologías del desarrollo y dialéctica de la historia, impreso en Buenos Aires en 1970. Esta obra, donde no ha incorporado aún a fondo la integración de la perspectiva teológica política presente en textos posteriores, tiene ya un peso polémico decisivo con la interpretación de elementos claves en torno al aporte de Marx al conocimiento y a la praxis. En ella Hinkelammert sostiene, con sólidos argumentos en torno a la teoría de las clases sociales, que «el problema de la apropiación es secundario a pesar de ser lo primero que salta a la vista en el análisis de la lucha de clases». Critica que lo que caracteriza como el «error básico de definir el concepto marxista de las clases a partir de la propiedad jurídica como una forma de apropiación», pues esta interpretación pierde de vista la complejidad de «la relación que existe entre estructura de clase y división social del trabajo, que determina la criticidad y, por lo tanto, la esencia de la teoría de las clases en Marx».1
He rescatado este punto por considerarlo clave en toda su reflexión crítica posterior, creadora de un humanismo que se perfila, teológica, filosófica y económicamente centrado en la lucha de la vida contra la muerte. Ya en su libro siguiente, Las armas ideológicas de la muerte, cuya primera edición data de 1977, en la introducción redactada por Pablo Richard y Raúl Vidales2 se subraya la «opción por la vida», que lo recorre, se le caracteriza como «teología de la vida», y se pondera su importancia; se alude, a la vez, de modo tangencial, a la densidad de la exposición, apreciación que seguramente provoca esta asociación del aspecto económico de la problemática con la mirada teológica cristiana de la liberación. Estos dos saberes no suelen coincidir, y cuando coinciden son manejados casi siempre como dominios paralelos.
Jorge Luis Acanda recuerda que «Walter Benjamin señaló que el materialismo histórico necesitaría del concurso de la teología para vencer a sus oponentes», y valora en esta sintonía la proyección de Hinkelammert, que «no coloca la trascendencia en un más allá separado y opuesto al ser humano, sino que la concibe como una dimensión inherente al mismo».3 A partir de estos presupuestos clasifica su reflexión como supradisciplinaria debido al carácter totalizador y sintético de su complejidad.
En este ensayo, que confieso fue mi primera aproximación a su obra, Franz invoca sin rodeos la «crítica del fetichismo realizada por Marx», que reconoce como la «teoría más acabada y más explícita sobre la función de estos marcos categoriales». Por ello se me antoja como una obra definitiva en su producción intelectual. Aprovecho para añadir que, a pesar de las apreciaciones de Acanda o tal vez también por ellas, valoro la original reflexión que desde este momento encontramos en su obra, más colocada en el campo de la Filosofía y de la crítica a la economía política que en el de la Teología.
No he querido llamarla obra de ruptura porque no me percato de que haya tenido que romper en ella con un pensamiento anterior, pero sí obra de síntesis, en la que la incorporación de la dimensión teológica provee una revelación no lograda con anterioridad, con la cual crea escuela en generaciones que le han acompañado. También me resulta insuficiente, por equívoco, calificarlo sin más dentro de la teología de la liberación aunque en esencia aporta una problematización de mayor consistencia filosófica al cuerpo doctrinal inspirado por Rubem Alves, articulado por Gustavo Gutiérrez,4 y desarrollado entre censuras, pero también de elogios por tantos autores a la espera de que el carril abierto por Vaticano II5 se recupere.
Entre aquellos trabajos de los setenta y la obra que hoy llega a manos del lector cubano, la fecunda pluma de Hinkelammert ha dejado muchos aportes indispensables a la crítica del imperialismo, del capital y de los resortes de la hegemonía de los centros del poder y de las finanzas. En el plano teórico y conceptual más abstracto, pero también en la evaluación crítica de las coyunturas puntuales de nuestro tiempo, para lo cual la revista Pasos, órgano del DEI6 que fundó y dirigió durante muchos años, jugó un papel decisivo como vehículo. Allí se difundieron los argumentos contra la confusión acerca de eso que pretende llamarse postmodernismo, sobre la descalificación, como alternativa, de la sociedad que no admite que haya alternativa para ella, sobre la eliminación de la lógica de la exclusión subyacente a la sociedad moderna (occidental) como condición de la liberación efectiva, y otras muchas que conforman una indispensable tradición de debate para nuestro tiempo. Desde allí también se ha contribuido a la difusión y la defensa de las luchas del pueblo cubano, de su resistencia, de los experimentos reformadores orientados a la rectificación y el perfeccionamiento de su proyecto socialista. En Cuba, gracias a la clara comprensión de la trascendencia de la obra de Hinkelammert por parte del Centro Memorial Martin Luther King Jr., se ha podido acceder a algunos de sus libros, pero a pesar de ello no creo que haya calado aún en el debate con todo el potencial que representa.
En 1988 prologa en unas líneas un ensayo que vio la luz varios años después, pero que considero esencial, a reserva de su brevedad, por exponer esa simbiosis de la lectura teológica y la objetividad económica del fenómeno social en términos tan coherentes. Me refiero a La fe de Abraham y el Edipo occidental. Aquí se plantea la imposibilidad de entender la especificidad de la crisis «partiendo exclusivamente de la discusión de las estructuras sociales, dejando absolutamente de lado la problemática del sujeto humano, que subyace a la sociedad occidental». Acude al papel de la utopía devenida mito en los modelos sociales sucesivos de Occidente, y «al tratarlo como mito no le estamos negando su historicidad»: refiere el dato a una secuencia histórica «de la utopía de Abraham a la utopía mesiánica y de esta a la utopía cristiana radicalizada de la Nueva Tierra, que pasa por muchas transformaciones […]», para convertirse progresivamente en «el mito fundante de la sociedad occidental». Permítaseme ahora glosarlo in extenso para no correr el riesgo de alterar la claridad de lo expuesto:
Iglesia, liberalismo y socialismo se entregan a esta utopización de estructura en nombre de una respectiva societas perfecta. Y la societas perfecta devora al sujeto humano, sea en nombre de la salvación por la Iglesia, en nombre de las estructuras del mercado o en nombre de las estructuras de la planificación. Las estructuras aplastan al sujeto porque le exigen buscar su realización en la interiorización de la estructura, sea en nombre de la salvación, en nombre de la libertad o en nombre de la justicia.7
La reconstrucción de la utopía supone la difícil misión de recuperar «el derecho y la posibilidad del hombre de poder vivir dignamente». Una sociedad que asegure a largo plazo, alimentación, techo, educación y salud, sin que haya que destruir para ello a la naturaleza misma. «Desoccidentalizar el mundo, esa es la tarea», concluye esta introducción del autor, «desoccidentalizar la peor forma de Occidente, que es el capitalismo».8
Ya vimos, desde mi primera cita, que Hinkelammert no se queda en el concepto de capitalismo preservando la abstracción, como hacen los pontífices cuando hablan de «capitalismo salvaje», sin respuesta a la pregunta sobre cuál no lo es. Se trata de capitalismo como explotación por el salario, de exclusión por marginalidad, de las finanzas que se traducen en sometimiento por deuda de los necesitados, de la extorsión, de la guerra y de la muerte.
Una reflexión distinta de la deuda «penetra el propio centro de la teología. Se interpreta entonces toda la relación entre Dios y el hombre, la propia redención del hombre y su reconciliación con Dios, en términos de una relación entre deudor y acreedor», en la cual la deuda es la culpa, la ofensa, el pecado que debe recibir la absolución a través de la penitencia, que es la cancelación (el pago).9
La diferencia planteada entre el pasaje del padrenuestro que reza, en español: «perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores» y la versión reciente, «perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden», plantea algo más que un arreglo cosmético en el lenguaje. «Ofensa» no es sinónimo de «deuda», y los que nos ofenden no han de ser nuestros deudores. ¿Acertijos del lenguaje o trampas intencionadas?
Un elemento vertebral del pensamiento teológico de Hinkelammert es la comprensión de la encarnación como un hecho perfectamente secular. «La paradoja del mensaje cristiano es que Dios no se hizo cristiano, sino hombre. Desde el comienzo el mensaje cristiano va más allá de lo cristiano. El mensaje es humanizarse, no necesariamente cristianizarse».10
En el comienzo del presente siglo tres importantes obras salidas de su pluma se alzan ante nuestra vista. La primera, titulada Crítica de la razón utópica (2002), se dedica a esclarecer a profundidad, como su nombre lo indica, el lugar del concepto de «utopía», esencial en la dimensión paradigmática del proyecto socialista de hoy. Es uno de los temas conceptuales sobre los que ha girado su pensamiento y, es obvio, el de muchos teóricos actuales del socialismo.
La segunda de estas obras, que no puedo dejar de mencionar, es El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido, primer libro ganador del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, que otorga el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, de Venezuela, creado por el presidente Hugo Chávez Frías, en su primera edición, en 2005. Constituye un ensayo sobre el desmontaje sistémico del sujeto burgués, que perdió el atributo revolucionario que le dio origen, para convertirse en fuerza reaccionaria. Frente al cual adquiere protagonismo el sujeto oprimido, explotado y excluido. Lo reprimido puede retornar en estas condiciones como antiutopía, «merced al desarrollo de la utopía de una sociedad sin utopías. La sociedad, que pretende ser una sociedad sin mitos, se mitologiza sin percibir que su pretendido realismo no es más que un misticismo».11
Finalmente, el libro de Franz Hinkelammert que podrá conocer ahora el lector cubano es el más reciente, el más extenso y, a mi juicio, el de mayor sentido práctico. Escrito con la colaboración del economista costarricense Henry Mora Jiménez, junto a quien ha trabajado durante muchos años. Su título, Hacia una economía para la vida, indica de manera expresa su contenido, eludiendo la metáfora a la que le hemos visto acudir con frecuencia. En esta ocasión exhibe la misma economía de palabras a que acudía Marx para poner nombre a El capital. Crítica de la Economía Política. El subtítulo, Preludio a una reconstrucción de la economía, es consecuente con este propósito. Me voy a detener en unos pocos pasajes que espero contribuyan a vencer el susto de enfrentarse a una obra de más de ochocientas páginas. Primero, lo primero:
La Economía, tal como la entendemos, esto es, como una Economía para la Vida (sic), es precisamente la ciencia que estudia la reproducción (sustentabilidad) y el desarrollo (emancipador) de la vida humana en sociedad a partir de la reproducción de las condiciones materiales de la vida (ser humano y naturaleza). Su campo de acción es el estudio de los procesos económicos (producción, distribución y consumo) y de estos en relación con las instituciones sociales y con el medio ambiente natural, buscando armonizar las condiciones de posibilidad de la vida en sociedad con el marco socio-institucional y el entorno natural del cual los seres humanos también somos parte.12
Es una identificación que se atiene a conceptos precisos, ajena al economicismo, arraigada a la unidad entre la persona humana y su medio, que merece ser releída muchas veces, tantas cuanto la duda o la imprecisión pueda asaltarnos.
En esta primera parte de las cuatro que forman la obra, que en esta segunda edición aumentó de catorce a veinte capítulos, se rescata el tratamiento del futuro como proyección utópica y la distinción de los fines en factibles y no factibles, y del hecho de que los fines no factibles no son necesariamente desechables.
En esta primera parte de las cuatro que forman la obra, que en esta segunda edición aumentó de catorce a veinte capítulos, se rescata el tratamiento del futuro como proyección utópica y la distinción de los fines en factibles y no factibles, y del hecho de que los fines no factibles no son necesariamente desechables.
El capítulo 16 nos regresa al tema de la utopía, el proyecto alternativo y la recuperación del Estado de derecho a partir de los derechos humanos, que es además como aparece titulado. La redacción es significativamente directa, sin los recursos metafóricos que abundan en sus obras anteriores. Me limito a enunciar los epígrafes, cuyos títulos son elocuentes: «16.1 ¿Fin de las utopías? […] 16.2 Utopía y Libertad: la posibilidad de otro mundo […] 16.3 La necesidad de otros mundos: utopía necesaria […] 16.4 El Estado de derecho y su recuperación a partir de los derechos humanos».
Para terminar con esta apretada referencia quiero subrayar lo oportuno de la publicación de esta obra de Hinkelammert en Cuba. Significativamente cuando nuestro país ha enrumbado sus pasos en un profundo programa de reformas dentro de un proceso de transición socialista. Proceso difícil porque el deterioro de las condiciones de vida durante dos décadas, y la urgencia de un paquete de reformas estructurales asumidas a posteriori a la inmediatez del derrumbe socialista, tendrá que emprenderse y continuarse bajo las presiones invariables del bloqueo impuesto desde los Estados Unidos y secundado por sus aliados en una u otra medida.
En estas condiciones la reflexión de Hinkelammert es de una riqueza de elementos sugerentes, no solo en el plano de las relaciones económicas sino en toda la integridad del bloque histórico concreto.
Es una suerte para los cubanos contar con su ayuda y sobre todo con su amistad.
La Habana, 31 de agosto de 2014.
Notas
(1) Franz Hinkelammert. (1970). Ideologías del desarrollo y dialéctica de la historia. Paidós, p. 123.
(2) Pablo Richard Guzmán (Chile, 1939-San José, 2021). Sacerdote católico, Teólogo de la liberación. Participante activo del movimiento Cristianos por el Socialismo. Actualmente investigador del DEI (Departamento ecuménico de investigaciones), San José, Costa Rica. Raúl S. Vidales (Monterrey, Mexico-1943- México, 1995). Teólogo de liberación, autor del libro Utopía y liberación. El amanecer del indio, DEI, San José, 1988.
(3) Franz Hinkelammert. (2006). El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido. Presentación a la edición cubana de Jorge Luis Acanda. Editorial Caminos.
(4) Rubem Alves (Boa Esperança, 1933- Campinas, 2014). Presbiteriano, Teólogo de liberación y escritor brasileño, autor del libro Una teología de la esperanza humana. Gustavo Gutiérrez Merino (Lima, 1928). Sacerdote, filósofo y teólogo de la liberación peruano. Creador e iniciador de la teología de la liberación.
(5) Vaticano II: Concilio ecuménico de la Iglesia Católica convocada por el papa Juan XXIII en 1959, realizado entre 1962 y 1965, encargado de renovar la iglesia católica, marcó una gran transformación en la Iglesia en el aspecto social y político. En especial en América Latina tuvo una profunda repercusión.
(6) DEI (Departamento Ecuménico de Investigaciones). Asociación radicada en San José, Costa Rica, fundada en la década del sesenta por Franz Hinkelammert en colaboración con otros importantes teólogos de la liberación de América Latina.
(7) Franz Hinkelammert. (2000). La fe de Abraham y el Edipo occidental. DEI, p. 12.
(8) Franz Hinkelammert. (2000). La fe de Abraham y el Edipo occidental. DEI, p. 12.
(9) Franz Hinkelammert. (1998). Sacrificios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la bestia. DEI, p. 58.
(10) Franz Hinkelammert (2007). Hacia una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. Editorial Arlekín, p. 13.
(11) Franz Hinkelammert. (2006). El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido, p. 56.
(12) Franz Hinkelammert y Henry Mora Jiménez. (2005). Hacia una economía para la vida. Preludio a una reconstrucción de la economía, DEI, p. 75.