Las ciencias sociales en Cuba: problemas y perspectivas

El 19 de noviembre de 1990, la redacción de la Revista Cubana de Ciencias Sociales convocó a una mesa redonda sobre la temática de las ciencias sociales en Cuba. Una selección de las principales intervenciones fue publicada en el número 26 de la Revista Cubana de Ciencias Sociales (pp. 5-24), correspondiente al semestre julio-diciembre de 1991. Las intervenciones publicadas estuvieron a cargo de Daisy Rivero Alvisa (en aquellos momentos Vicepresidenta de la Academia de Ciencias de Cuba), Olga Fernández Ríos (quien dirigía en esos años el Instituto de Filosofía, subordinado por entonces a la Academia de Ciencias de Cuba), Lidia Turner (que presidía la Subcomisión de Ciencias Pedagógicas
del Consejo Científico Superior de la Academia de Ciencias de Cuba), Juan Luis Martin (que era Director Ramal de la Dirección de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de Cuba) y José Antonio Portuondo (director en aquel momento del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba). Publicamos íntegramente esa versión de la mesa redonda.

Daisy Rivero Alvisa

Para nosotros es de mucho interés la celebración de esta Mesa Redonda auspiciada por la Revista Cubana de Ciencias Sociales, por una razón muy concreta: primero, necesitamos, sin lugar a dudas, sugerencias, opiniones, criterios acerca del desarrollo de nuestro trabajo, de organización, de planificación de las investigaciones de las ciencias sociales pero, por otra parte, como ustedes conocen, porque todo el mundo tuvo la oportunidad de participar en su centro en las discusiones del Llamamiento al IV Congreso del Partido, hemos tenido la posibilidad también de conocer una serie de criterios y de propuestas de soluciones a una cantidad grande de problemas que subsisten en la Organización y en el trabajo, en el desarrollo mismo de las investigaciones de las Ciencias Sociales. Queríamos, desde luego, aprovechar todo esto para tratar de reflexionar un poco colectivamente con compañeros que tienen experiencia suficiente tanto en el trabajo de dirección como propiamente de investigación científica en esta esfera, para obtener frutos que nos sean útiles a nuestro trabajo de dirección y de planificación de las futuras investigaciones de las ciencias sociales. Yo creo que cualquier diálogo, cualquier análisis de este tipo necesita, aunque sea brevemente, alguna referencia histórica porque nunca el análisis de un problema se puede hacer al margen de su propia historia, y creo que es importante que todos rememoremos un poco sobre cómo se inició este trabajo de las investigaciones en las ciencias sociales desde la década del 60.

Muy brevemente, es importante recordar que cuando comenzamos a organizar la formación de egresados en especialidades de ciencias sociales, en la práctica toda la atención se centraba en lograr formar esos profesionales, para decirlo con toda claridad, fundamentalmente para la docencia y algunas tareas de desarrollo en el país, pero la parte investigativa, es decir, de formación de esos futuros egresados en métodos de investigación, en realización de actividades propias de investigación, fue realmente muy débil, por lo menos, diría yo, hasta finales de la década del 60; además la organización de la Educación Superior en aquellos momentos se circunscribió a algunas especialidades e hizo dejación de otras. La universalización de la Universidad, que todos recordamos, en los años 60, 68, 70, y que fue promovida directamente por el compañero Fidel, trajo también determinados encargos de investigaciones sociales concretas que fueron abordados por equipos multidisciplinarios de investigación, sin mucha institucionalización, sin muchos centros creados sin muchas cuestiones reguladas, hay que decirlo con toda claridad; eso sí, con mucha frescura y mucha rapidez. Se realizaron investigaciones multidisciplinarias e interdisciplinarias en San Andrés de Caiguanabo, en los centrales azucareros por los equipos de investigación económica, y no había ni tanta organización, ni tantas resoluciones, ni tantas instituciones. Además, todos recordaremos que cuando estábamos en medio del curso llegaba la demanda de esas investigaciones y contra viento y marea se hacían; nadie perdió por eso el curso, ni se atrasó en su licenciatura, ni se graduó después. Se seleccionaban compañeros profesores y alumnos juntos, claro, los profesores también eran muy jóvenes, prácticamente habían empezado a dar clases en la Universidad recién graduados por la necesidad que había, incluso algunos eran alumnos de cursos superiores que impartían clases a los de cursos inferiores. Pero lo cierto es que profesores y alumnos juntos se trasladaban a esos lugares y en un término de tres meses, seis meses, tal vez cuando más no sé si yo omito algunas de esas investigaciones ocho meses, se terminaba la investigación, y se brindaban los resultados que además se estaban esperando. No había el problema de introducción de resultados, porque se esperaba por el fin de la investigación para tener la información y tomar las medidas necesarias, con ese trabajo que se había realizado. En esa etapa también, en lo que se refiere a la investigación de carácter teórico, todos Sabemos que se produjeron una serie de problemas reales que condujeron a una batalla ideológica fuerte en la Universidad y fuera de ella sobre problemas conceptuales, de enfoque de nuestra propia política y de la política en general que en este propio campo de las ciencias sociales debíamos llevar adelante en un país que, como el nuestro, se había dado a la tarea de construir el socialismo nada más y nada menos que en un país subdesarrollado.

En la década del 70, yo diría también de manera muy general y resumida, se dieron pasos importantes en la institucionalización, pero además se empezaron a dar pasos en la creación de nuevas licenciaturas, aparecieron los estudios de sociología, comenzaron los análisis que llevarían a ¡a creación de nuevas facultades en la Educación Superior como la propia Facultad de Filosofía e Historia, que se fundó en el año 1976; en ese año se creó también el Ministerio de Cultura, paso muy importante porque a la vez conllevó, entre otras cosas; a la creación de instituciones especializadas para la investigación en esta esfera. Los institutos de la Academia que estaban creados desde los años 1962, 1963, 1964, fueron dando tumbos, sobre todo el antiguo Instituto de Ciencias Sociales, primero como Instituto de Historia, como Instituto de Etnología y Folklor, como Instituto de Arqueología, hasta juntarse todos en un «solo instituto», que no era ningún instituto. En fin, esa década fue bastante tempestuosa por lo menos en la esfera de las Ciencias Sociales en los institutos de la Academia, creo que una excepción ha sido el Instituto de Literatura y Lingüística, que se ha mantenido durante toda esa etapa y hasta el momento con dos directores: la doctora Mirta Aguirre y el doctor José A. Portuondo, y ha tenido líneas muy definidas de trabajo, pero también en una etapa de formación de investigadores, por ejemplo, ese es el caso de Lingüística, ellos han formado un colectivo que hoy tiene —no sé si recuerdo bien la cifra— ocho o nueve candidatos a doctores. Es que todo ese período lo utilizó precisamente en la formación de ese personal. Hoy realmente, estamos aprovechando los resultados del trabajo de investigación de esos colectivos.

Creo que la década del 70 fue rica también en otro tipo de problemas, y que si bien se inició con el desarrollo de las investigaciones sociológicas, cerró con la desaparición de nuevo de la Licenciatura en Sociología y con los avatares que se produjeron en el campo de la economía, primero, con el cierre a fines de la década del 60 de los estudios de economía; un fortalecimiento después de la década del 70 pero bastante encerrada diría yo en los estudios «puros» de economía y en la formación de egresados con esa misma mentalidad.

Por otra parte, el Ministerio de Educación fue también aprovechando todo esos años para crear un colectivo fuerte, un potencial calificado para las investigaciones pedagógicas que hoy, desde luego, se concentran fundamentalmente en el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, y se tiene también —no puedo decir la cifra exacta— unos cuantos candidatos a doctores, más de 20 candidatos a doctores. Todo esto transcurrió a la vez que, en 1975, se produce el I Congreso del Partido y se aprueba el primer Plan Nacional de Investigaciones Científico-técnicas; sin embargo, en ese plan, las ciencias sociales no están representadas. Es decir que, desde el 76 al 80, el Plan Nacional de Ciencia y Técnica del país no contempla las ciencias sociales. Eso no quiere decir que no se hicieran investigaciones, pero sí que institucionalmente las ciencias sociales no estaban representadas en el plan de Ciencia y Técnica.

Después del II Congreso del Partido se aprobó el Primer Plan Nacional de Investigaciones de las Ciencias Sociales, en el cual tuvimos, desde mediados del quinquenio, que tomar participación en su desarrollo, en su trabajo, igual que prácticamente la mayoría de los compañeros que están aquí. Fue un plan que, para decir nada más algunas cuestiones importantes, padecía de falta de investigaciones económicas adecuadas a nuestra realidad, padecía de falta de investigaciones en la esfera jurídica, daba —yo diría— bastante poco peso a las investigaciones en ciencias pedagógicas todavía: además los problemas y las obras científicas que conformaban ese plan se trabajaron realmente con concepciones del pasado, es decir, los problemas no eran tales problemas ni por su integralidad ni por los resultados que se planteaban alcanzar, ni por la forma de trabajo multidisciplinario. Creo que de todas maneras en ese quinquenio tuvimos la posibilidad de trabajar en la Sección de Ciencias Sociales en el Consejo Científico Superior, analizando lo que pudiera ser el plan del 86-90; tuvimos la posibilidad de discutir entre los especialistas esos criterios de organización del trabajo, y tuvimos la posibilidad de dar pasos en el reordenamiento de la red de unidades de Ciencia y Técnica, de Ciencias Sociales. Aquel gran Instituto de Ciencias Sociales de la Academia logramos transformarlo en el Centro de investigaciones Psicológicas y Sociológicas, en el centro para las Investigaciones de Arqueología y Etnología, en lo que en aquel momento se constituyó como Centro de Asia, África y América Latina; en fin, se dieron pasos también con otros ministerios. La Academia empezó a cumplir realmente su función rectora, y en el campo de la cultura, en el campo de la educación, comenzaron a reordenarse los centros de investigaciones.

El presente quinquenio, es decir, el quinquenio que ahora termina con deficiencias muy identificadas por nosotros y que vamos a expresar —desde luego ustedes pueden después señalar muchas otras—, lo consideramos prácticamente como el quinquenio que ha dado más frutos en las investigaciones de las ciencias sociales. Posiblemente si lo comparamos con todos los años anteriores desde el triunfo de la Revolución, es un quinquenio donde ya el potencial que se empezó a crear en la década del 60 en las Universidades, en los Pedagógicos, etc., fue madurando en algunos centros, como en el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, en el Instituto de Literatura y Lingüística, en centros que no quiero enumerar porque puedo omitir algunos; ya prácticamente es un potencial maduro con investigadores titulares, con investigadores auxiliares, con un número importante de candidatos; pero además creo que el plan mismo fue concebido ya de otra manera, y no quiero decir que hayamos logrado lo que pensábamos al principio del quinquenio, pero sí hay que decir que el plan se ha desarrollado de otra manera. Primero, el Programa de Investigaciones de la Juventud que ha sido una primera experiencia de lo que es un programa científico-técnico, creo que hay que decir con toda claridad que ha dado resultados importantes en lo que se refiere a colectivos laborales, familia, al trabajo de prevención con los jóvenes, y en toda una serie de aspectos que hemos tenido la posibilidad de ir llevando tanto al Partido como a la propia Unión de Jóvenes Comunistas, como a otras organizaciones: la Federación de Mujeres Cubanas, al Poder Popular, a instituciones como el propio Ministerio de Educación, el Ministerio de Cultura, en fin, ha brindado resultados concretos que pueden ser utilizados.

De la misma forma otros problemas del Plan de Instituciones que también han tenido resultados importantes; existen obras científicas que por fin logran cuajar y que terminarán el quinquenio con una vertiente que no debe descuidarse nunca, que realmente acrecienta nuestro acervo cultural, que sirve para revalorizar nuestra propia historia, nuestra propia cultura, para dar pasos importantes en este proceso de consolidación de nuestra identidad nacional. Como es bueno que terminemos el quinquenio con una obra de Historia de Cuba, que terminemos el quinquenio ya prácticamente esbozándose el primer tomo de la Historia de la Literatura Cubana, que terminemos el quinquenio con un atlas etnográfico ya a las puertas, con una obra de la historia de la música cubana que irá dando sus frutos concretos en los primeros años del próximo quinquenio, en fin, que en esta línea de trabajo también el actual plan ha brindado resultados importantes. Insisto en esta idea porque, sin lugar a dudas, creo que lo más novedoso del Plan de Investigaciones que acaba de concluir es que pudimos por primera vez poner a equipos de investigadores y profesores a trabajar en cuestiones muy concretas para brindar recomendaciones y modificar situaciones o normativas, y para hacer eso en el quinquenio también realizamos lo que le hemos llamado los primeros experimentos sociales. Por ejemplo, en el problema del tiempo libre, en el propio problema de educación; es decir, llegar a un tipo de actividad donde modifiquemos una situación concreta, creando condiciones previas y después evaluando cómo eso que hemos creado modifica realmente, no partiendo de nuestras hipótesis, la situación que estaba creada. Esto es importante.

Yo diría que entre las deficiencias más importantes del presente quinquenio de todo el trabajo, se encuentra, en primer lugar, el que todavía no hayamos logrado alinear realmente con la Educación Superior todo ese potencial, que es un potencial que triplica al que se encuentra en las unidades de Ciencia y Técnica, de Ciencias Sociales, en las investigaciones que consideramos, y bueno, hacemos el análisis y llegamos a la idea de que son las fundamentales para el país. No hablo de que estén necesariamente alineados en el plan nacional de ciencia y técnica, hablo de que realmente se sepa con claridad que ese potencial se está aprovechando en los problemas que más urgencia tienen para la sociedad cubana, pertenezca a centros que estén en la Ciudad de La Habana o en las provincias; porque creo que la segunda gran deficiencia del presente quinquenio ha sido precisamente que no brindamos la atención debida a las investigaciones territoriales casi hasta el año 88, 89, y que es ahora cuando estamos tratando de dar un vuelco a esta situación para aprovechar el potencial de las provincias, ya sea con investigaciones rigurosas o con simples servicios científico-técnicos, en la solución de problemas muy concretos que existen en los territorios.

Ya hoy podemos mencionar con satisfacción algunas muestras de esas experiencias, como lo que se ha realizado en algunas empresas de Camagüey en el trabajo de organización de la producción. Creo, además, que el trabajo que se ha realizado en la provincia de Matanzas con las cooperativas de créditos y servicios y de producción agropecuaria es otra muestra de esto, así como el llevado a cabo en Pinares de Mayarí; pero desde luego yo diría que son cosas todavía muy alejadas de lo que necesitamos que se realice en los territorios para aprovechar realmente el potencial que hay en ellos, y aunque las mencionamos no creemos que sean ni un mérito ni para sentimos satisfechos, al contrario, muy insatisfechos.

Otra deficiencia importante todavía de este quinquenio es que los resultados que nosotros obtenemos en las investigaciones de ciencias sociales, bien sean del plan nacional o se estén realizando en las universidades, en los centros docentes o en otros centros, sin que formen parte del plan nacional, todavía esos resultados, no los damos realmente acabados, terminados, y lo que más nos preocupa es la falta de conciencia ante esta situación, es decir, nos da la impresión de que en los propios consejos científicos —que para nosotros vienen a ser como los círculos de calidad, de evaluación de la calidad de nuestro trabajo—, ese eslabón de control de la calidad todavía es muy débil. Y de la misma manera que hablo de los consejos científicos, pudiéramos hablar de los grupos de expertos, porque en el trabajo de esos colectivos: consejos científicos, grupos de expertos, a veces reuniones departamentales, todavía no participan los que van a utilizar los resultados, los usuarios. Todavía no se hace un análisis riguroso de todos los indicadores que hay que tomar en consideración para decir: este trabajo está totalmente terminado, se ha elaborado con todas las posibilidades que tenemos en nuestro país para hacerlo, desde la bibliografía y la información más actualizada hasta las posibilidades realmente de haber utilizado a los especialistas de las distintas disciplinas que tenían que intervenir en la elaboración de ese resultado. Creo que esto es importante analizarlo, porque la otra gran deficiencia que tenemos es la falta de fluidez en la introducción de los resultados, y una cosa y la otra van muy unidas.

Podemos ponernos a llorar aquí por la incomprensión que tienen algunos dirigentes o algunos funcionarios o los que intervienen en los procesos productivos, sobre todo lo que pueden aportar los científicos sociales para ayudar a resolver los problemas; pero la primera cuestión que tenemos que resolver es la nuestra, es decir, dar el resultado científico rigurosamente evaluado, rigurosamente terminado; además, promover que los propios investigadores trabajen en su introducción, y buscar ese lenguaje común con los usuarios o los productores. También aquí tenemos ejemplos alentadores, pero eso no nos puede llevar a pensar que estamos resolviendo el problema todavía, porque no es verdad. Hace solo dos días en el taller del Centro de Arqueología y Etnología, creo que fue una satisfacción para sus investigadores, para los propios compañeros usuarios que estaban allí, de los Órganos Locales del Poder Popular, de Turismo, de Planificación física, de Educación, ver como cosas que antes las hacíamos…, pero no para buscarles las aplicaciones concretas, tienen para ellos una utilidad tremenda. Ahora bien, de la misma manera que decían eso los usuarios, una compañera de los órganos locales del Poder Popular señaló: «El problema, compañeros, es que yo me percato de todo lo que puedo sacar de aquí, pero cuando lo pido, me dicen que va a estar en el atlas y yo, primero, no puedo esperar por el atlas y, segundo, estoy segura que cuando me lo manden no entenderé muchas cosas, ni podré buscar en el atlas lo que yo quiero, necesito que me lo den de otra manera». Intervenciones de ese tipo se produjeron y constituyen una enseñanza para nosotros.

Y lo que les hablé hace un rato de Matanzas, de las cooperativas, fue aleccionador. En un consejo científico asesor de la provincia de Matanzas, presidido por el compañero Luis Álvarez de la Nuez, se presentó un trabajo sobre las cooperativas; lo expuso, porque había presidido el grupo de investigaciones, un profesor del Pedagógico «Juan Marinello» —filósofo si no recuerdo mal o economista, creo que filósofo—. El trabajo tenía casi nueve recomendaciones y la discusión no fue fácil, no solo porque presidiera la reunión un compañero experimentado como Álvarez de La Nuez, sino porque allí estaban presentes presidentes de cooperativas de créditos y servicios, y compañeros de la ANAP, y —repito— la discusión sobre dos recomendaciones que los compañeros llevaban fue dura, de tal modo que el compañero del Pedagógico tuvo que decir: «Bueno, yo he hecho nueve recomendaciones, les pido que no nos centremos todos en esas dos, pues ya yo entiendo que no son válidas». Pongo esto como ejemplo para que nos percatemos de que también para llevar la introducción de resultados al nivel que todos aspiramos, y que aspiramos a veces de manera desmedida o sea con los más altos niveles de dirección, de un universitario o del Partido, hay que estar bien plantados, para decirlo claro, y tener las cosas bien fundamentadas. Creo que otra cosa que está afectando la introducción de resultados es esto último que dije: muchas veces los compañeros tienen un resultado que es parcial, que solo puede llevarse e introducirse en el lugar donde se hizo, y pretenden una generalización o una extensión sin que la fundamentación científica para esa generalización esté dada, pero además quieren que quien se siente delante de ellos a escucharlos sea el Ministro, si no es el Ministro, no está introducido el resultado. Desde luego que todos esos son defectos que tenemos que ir limando para lograr la interrelación en el trabajo con los que pueden beneficiarse con los resultados.

Creo que estas son las ideas iniciales, solo para comenzar este diálogo, y, desde luego, nos gustaría mucho que todos los compañeros pudieran expresar sus ideas sobre otras cosas; sobre otras deficiencias que no haya señalado aquí, y a las cuales necesitamos realmente ponerles atención. No he hablado de la formación de nuestro potencial que, todos lo sabemos, durante años ha sido bastante cerrada, y lleva a los egresados a un pensamiento exclusivamente teórico, exclusivamente abstracto con poca participación en investigaciones concretas durante este período de formación. Después es muy difícil que nosotros logremos que de un año a otro, ese egresado pueda hacer otro tipo de investigación.

Por último, quisiera mencionar como una gran deficiencia general de este quinquenio, y que necesariamente hay que subsanar en el próximo, la ausencia de investigaciones teóricas. Nosotros tenemos que poner colectivos de investigadores a realizar trabajos teóricos, de reflexión teórica sobre nuestra realidad. Eso nos ha faltado, y esa ausencia está afectando internamente, en primer lugar; pero, además, en las relaciones con especialistas de otros países, fundamentalmente de América Latina, de los cuales diremos que sus reflexiones teóricas son de esta manera o de esta otra, que no son marxista-leninistas, les haremos las críticas que deseemos, pero por lo menos las hacen. Nosotros tenemos que promover esas investigaciones. El contexto, el entorno internacional en que estamos, reclama más que nunca de los investigadores de las ciencias sociales de Cuba la reflexión teórica sobre nuestro proceso pero también sobre lo que está ocurriendo en el mundo y sobre lo que está ocurriendo con el movimiento obrero y progresista internacional y con la ideología y la teoría marxista-leninista. Tenemos que tomar parte en la polémica y en la lucha ideológica que se está librando hoy, que es fuerte y que va desde posiciones que plantean que en los países de Europa nunca hubo socialismo, unos dicen que porque no se aplicó la teoría, otros que porque la teoría es la que tiene defectos, en fin, todo lo que ustedes conocen porque lo han leído igual que yo, y desde luego creo que los cubanos no podemos quedarnos callados, que tenemos que dar a conocer nuestras posiciones y discutir entre nosotros también, y establecer posiciones diversas también entre nosotros sobre los problemas teóricos, establecer nuestras posiciones teóricas sobre esos problemas, porque cualquier cosa que se discuta siempre tiene que ser sobre la base de nuestro compromiso con nuestra Revolución.

Olga Fernández Ríos

Yo me alegro muchísimo de la intervención de Daisy Rivero, particularmente de la parte final, porque precisamente me iba a referir a ella.

En primer lugar, yo soy de las personas que, independientemente de lo que está expresado de una manera justa en el Llamamiento al IV Congreso del PCC acerca de las ciencias sociales, o sea, a pesar de entender el Llamamiento y lo que está planteado allí, pienso que la situación de las ciencias sociales en nuestro país no puede catalogarse como catastrófica, nula —en el sentido de que no juega un papel—, ni negativa, ni que hay una crisis de las ciencias sociales en nuestro país, ni mucho menos, a pesar de una frase del documento, que yo la interpreto de una manera mucho más optimista, que habla de que en el proceso de rectificación «las ciencias sociales están llamadas a resucitar». Esto algunos compañeros lo han interpretado en el sentido literal, de que han estado muertas, si han estado muertas quiere decir que no han funcionado, no han existido. Yo soy del criterio de que ha habido avances importantes en nuestro país en el desarrollo de las ciencias sociales, independientemente de las dificultades que podemos tener en ese aspecto y en otras esferas que también influyen en él. Esta es una primera consideración como presupuesto a las demás cuestiones que voy a plantear.

Creo también que los que trabajamos en esta esfera tenemos un compromiso, porque efectivamente estamos en la responsabilidad de hacer algo parecido a esto que Daisy Rivero ha hecho ahora: un balance de cuáles han sido los logros, cuáles han sido las deficiencias y, por lo tanto, cuáles son los caminos a recorrer. Creo que en los Institutos de la ACC se han elaborado las proyecciones científicas y esto es poco conocido en otras esferas. Así mismo estos documentos han permitido hacer un balance y una proyección.

En este sentido también quiero expresar que a la hora de hacer nuestras valoraciones existe un peligro que siempre corremos y que, además, es un peligro intrínseco de las investigaciones en las ciencias sociales, y es que debemos cuidar de no caer en la tendencia a la unilateralidad, o sea, generalmente se asume posiciones unilaterales al valorar el desarrollo de las ciencias sociales en el país e, incluso, en las propias investigaciones sociales a veces nuestros resultados pueden ser un poco unilaterales: o todo nulo o todo positivo, y cualesquiera de las dos posiciones son igualmente peligrosas.

Para nadie es un secreto, y menos para nosotros los que estamos aquí, que nuestras investigaciones son muy complejas y muy difíciles. Primero, porque están permeadas por la subjetividad humana en el sentido ya no solo de que somos seres humanos los que realizamos esas investigaciones, sino que investigamos sobre la sociedad y el componente hombre fundamentalmente. Segundo, porque creo que una de las características del desarrollo de las ciencias sociales en nuestro país en los últimos años es que precisamente investigan y analizan una sociedad en la que coexistimos, en la que vivimos, y que está aún en desarrollo, de ahí también otras complejidades para no caer en esa unilateralidad.

Al hacer estas consideraciones yo quería de una manera concreta expresar unas pequeñas reflexiones sobre las investigaciones teóricas. Pienso que si algo ha andado mal, y todo lo que dije no fue por gusto, ni ocupé el tiempo por gusto, y si bien creo que ha habido logros importantes y no comparto el criterio de que todo es negativo, sí pienso que el elemento más negativo que podemos haber tenido en los últimos años y durante un buen período en el desarrollo de las ciencias sociales en nuestro país, es el déficit en las investigaciones teóricas, tanto en la producción de las investigaciones teóricas como en la valoración social acerca de las mismas. Creo que ahí están los dos elementos. No voy a analizar de quién es la culpa, si de quienes tenemos la responsabilidad de hacer ese tipo de investigaciones que no las hemos sabido hacer bien por la palabrería, por el lenguaje rebuscado o por los trabajos exageradamente largos. Todo eso ha ocurrido, pero también ha existido la tendencia de calorizar las investigaciones sociales más aplicadas que pueden revertirse en soluciones de problemas concretos en un marco de tiempo más o menos inmediato, o sea, las razones son complejas, y yo creo que en algún momento nos las podemos plantear. Yo no vengo preparada hoy para ya llegar a ese nivel, pero sí podemos reflexionar, y pienso que es el momento de darles un vuelco.

Creo que la concepción misma de las investigaciones, del sistema de investigaciones, de su organización, puede a veces hacernos sentir hasta un poco de complejo por realizar investigaciones en el campo teórico, yo lo he sentido. ¿Por qué? Primero, al concepto de introducción de resultados de las investigaciones teóricas es necesario darle un vuelco, porque independientemente de que tengamos bien definido lo que son los resultados, el concepto de introducción en este caso tiene que variar y ampliarse. Yo me pregunto: ¿qué entender por generalización en un resultado teórico? ¿Qué entender por generalización de los resultados teóricos? ¿Tienen las investigaciones sociales del campo más teórico necesariamente que tener usuarios particulares —pongo la coletilla usuarios específicos—, o precisamente su papel es ese que Daisy señalaba?

Por ejemplo, me parece que hemos tenido un defecto muy grande, y nos lo achacan nuestros amigos en el exterior, y es que no hemos trabajado por influir, por supuesto en un sentido positivo, en la imagen de nuestro país en el exterior, y uno de los factores que ha influido en ello es la falta de producción teórica de calidad o de divulgación de la buena producción teórica, el temor a veces a que algunos planteamientos en esa producción teórica puedan ser mal interpretados, y eso siempre va a ocurrir. Pienso que nuestras instituciones tienen que meterse en el debate, si no podemos debatir directamente con las personas que están formulando teorías en el exterior e incluso dentro de nuestro país, porque se están formulando teorías, y mientras, nosotros defendemos una producción científica que juegue una función social y ese debe ser el concepto que debe primar.

No concibo ninguna investigación social más teórica o menos teórica que no juegue una función social determinada, aunque puede ser muy variada. Por eso me agrada mucho la idea última que Daisy planteó de la reflexión teórica sobre nuestra realidad.

Esto implica, incluso, concebir investigaciones a más corto plazo, o sea, nosotros no podemos reflexionar sobre nuestra realidad solo partiendo de las concepciones de los problemas principales, que tienen una función importante, que los debemos tener, pero nos debemos plantear resultados a más corto plazo. Creo que en eso también tenemos dificultades, trabajamos la estructura social y estamos 4 años trabajando estructura social, vamos dando algunos resultados parciales buenos, quizás un resultado parcial puede ser un resultado final. O sea, tenemos un poco que reflexionar en esos conceptos de introducción de resultados, de resultados parciales y finales, es una etapa en la cual tenemos que reflexionar y pensar.

Hay otro aspecto que yo quería expresar. Hace unos días en el Instituto de Filosofía tuvimos una discusión y llegamos a la conclusión de que todo esto es muy complejo porque igual que el marxismo es ciencia, y es ideología, y nosotros llegamos en el Instituto a la amarga realidad de que —salvo muy pocas excepciones, honrosas excepciones, entre ellas trabajos realizados por la compañera Zaira Rodríguez donde puso el dedo en la llaga en este aspecto, nosotros por lo menos en nuestras investigaciones que no son exclusivas de los que trabajamos en la filosofía, porque aquí los psicólogos, los sociólogos, los pedagogos, los economistas, todo el mundo trabaja y hace investigaciones marxistas, incluso por métodos, por objetivos, etc., y por ser marxistas la inmensa mayoría de los profesionales de este país— el problema del equilibrio entre la ciencia y la ideología ha tenido también dificultades.

Hemos tenido períodos en que cl peso de la ideología ha sido aplastante en detrimento de la indagación científica, y también soy de las que parten de una ideologización de la ciencia en general y de la ciencia social en particular, pero tampoco podemos pensar que estamos haciendo ciencia solo con las banderas de la Revolución, las banderas del socialismo, esas están, tienen que estar, o sea, eso es un presupuesto de nuestro trabajo, pero tenemos también que el componente valorativo no puede existir a costa del sacrificio del componente científico en su sentido integral. Yo puedo poner un ejemplo: hay estudiantes que tienen argumentos para explicar por qué el marxismo es ideología, pero cuando tienen que explicar por qué es ciencia se traban, y es que hay situaciones, hay detalles que no han funcionado en la docencia, ni en la investigación. Creo que este es otro de los aspectos en los cuales tenemos que hacer hincapié. Es una etapa de rescate de temáticas en las investigaciones teóricas, como son, por ejemplo, la concepción de las investigaciones sobre el hombre. Despojar al marxismo de sus temáticas sobre el humanismo cedió terreno al existencialismo, en este sentido las temáticas sobre el hombre y las temáticas teóricas, no solo aquellas que van a terminar con un grupo de recomendaciones que les puedan servir a la FMC o a la UJC, sino aquellas que llevan a una reflexión teórica propia para el debate, propia incluso para la docencia que es fundamental. En este sentido la relación ciencia e ideología, que permea todas las ciencias sociales, es otro de los elementos a los cuales tenemos que dedicar más nuestras neuronas en la nueva etapa.

Estas son algunas de las ideas, compañeros, que aunque no están muy organizadas, sí quería expresar; son cuestiones que nos las tenemos que plantear en la próxima etapa. Yo había elaborado algunas ideas para otra actividad similar a esta, e incluso en el análisis del Llamamiento al Congreso en la parte de las Ciencias Sociales, planteaba que, a mi modo de ver, las ciencias sociales en Cuba tienen cuatro grandes objetivos en la actualidad, los cuales cumplirlos ya implica un reto. En primer lugar, por supuesto, contribuir a la transformación revolucionaria de la sociedad socialista en Cuba no solo con la interpretación y el análisis, la teorización y el debate, sino también con la elaboración de pronósticos y el aporté de sugerencias, o sea, le doy tanto peso a una cosa como a la otra, cada cual en su momento y en su lugar. Segundo, enriquecer nuestro acervo cultural y el pensamiento social cubano en el sentido más amplio; tercero, reafirmar y demostrar el papel y vigencia de la teoría científica y la ideología marxista-leninista. En este país hay sectores —y lo digo con toda responsabilidad—, que ya no es un problema del dogmatismo al estilo tradicional sino que utilizar los conceptos marxistas implica para algunos apelativos de dogmatismo, y pienso que ahí tenemos una gran responsabilidad.

Hoy nos hemos planteado dos grandes temáticas que las estamos diseñando ya: una que tiene que ver con la dialéctica del desarrollo contemporáneo —investigadores teóricos—, y otra con los problemas de la axiología marxista, y no hacemos más porque no tenemos fuerzas, pero eso hay que llevarlo a cabo. Nosotros de una manera u otra tenemos que romper con esta concepción de que el dogmatismo ya no es lo que entendíamos por dogmatismo hace un tiempo, sino que ya hablar de revolución social, de fuerzas productivas, los conceptos manejados por los clásicos, no estoy hablando ni siquiera de los posleninistas, que los podríamos analizar, y, además, sin canonizar a los clásicos, asumiéndolos con sus logros y sus desaciertos.

En cuarto lugar, contribuir a la consecución de una imagen positiva de nuestra revolución socialista en el exterior y en nuestro país, porque cuando hablaba de la unilateralidad, no hablaba por gusto, pues hay artículos publicados que son unilaterales, y todo lo que se dice es negro y en el mejor de los casos gris. Creo que esas cuatro cuestiones deben estar en nuestros presupuestos de hoy. Gracias.

Lidia Turner

Nosotros estamos muy de acuerdo en las cuestiones que se han expresado, son algunas de las que pensábamos plantear, vamos a obviarlas. Pero quiero referirme a la que ha sido centro de las intervenciones: la necesidad que tenemos de fundamentar teóricamente nuestras ciencias, yo diría que si esto ha sido necesario en años anteriores, ahora se hace imprescindible por los momentos que vive el socialismo, es una necesidad impostergable. Recuerdo una conversación sostenida hace alrededor de un mes con una especialista mexicana de la Universidad de Xochimilco, la Universidad Abierta al Tiempo, que tiene muchos planes experimentales. Ella tenía mucho interés en firmar convenios, conocer algunas investigaciones pedagógicas, y pasó toda una mañana con nosotros conociendo las investigaciones experimentales, los resultados, las técnicas, y nos hizo una pregunta que está muy en consonancia con lo que se ha estado planteando aquí. Ella nos dijo: «Yo me quiero llevar algo de la teoría pedagógica cubana en la etapa actual, ¿dónde puedo encontrarlo?» Esa fue una pregunta al terminar de ver todo aquello que le había interesado, que se quería llevar en cuanto a muchas técnicas y procedimientos.

Realmente nosotros en cada una de nuestras ciencias estamos urgidos de fundamentar, de estudiar y profundizar nuestras ciencias sociales en los momentos en que vive el país, porque realmente solo podemos hablar de la nuestra. Los fundamentos teóricos esenciales de la pedagogía los tenemos en el marxismo- leninismo. Los descubrimientos del marxismo en cuanto al hombre han sido la base metodológica para poder investigar experimentalmente, son descubrimientos —yo diría— de carácter general: el hombre como una unidad biosocial, la actividad y su papel en el desarrollo del hombre. Esas cuestiones las ha aportado la filosofía y nos da un basamento. Ahora bien, qué pasa con una ciencia social sobre ese basamento, y estoy muy de acuerdo con Olguita, ese basamento no lo podemos dejar a un lado porque también podemos tener el otro bandazo que se señala: si hay crisis en el socialismo, eso quiere decir que hay crisis en la filosofía marxista, y que entonces no hay fundamento para que sea la base metodológica de las investigaciones. Muchos investigadores a veces se lo preguntan, y creo que nosotros tenemos que tener una posición muy firme, porque esa base metodológica es nuestra base metodológica científica; sin embargo, nosotros tenemos que ponernos en cada ciencia —y creo que la pedagogía tiene que hacerlo en consonancia con el momento—, y ver qué retos tenemos en el momento, al menos en la pedagogía nosotros pensamos que tenemos retos que no los tuvo en otros momentos la tradición pedagógica cubana, que ha sido muy fuerte y muy rica, quizás la pedagogía es una de las ciencias sociales cuya tradición en el país ha sido más fuerte, y hablo —ya fue mencionado anteriormente—, hablo de figuras que dedicaron sus vidas a elaborar teorías, a buscar la verdad del proceso de la formación del hombre, que nos las aportaron y que están ahí.

Sin embargo, en estos momentos tenemos nuevos retos, en la pedagogía yo veo dos muy claros: el objeto de la pedagogía en la educación como fenómeno social. Hablando en términos muy sencillos, diríamos que el objeto es la preparación del hombre para vivir en esta sociedad, entonces nosotros tendríamos que llevarlo a este tiempo, el objeto de la pedagogía es cómo preparar al niño desde que nace para poder ser un ciudadano en la sociedad socialista de Cuba dentro de la América Latina y en las circunstancias y perspectivas actuales, pero eso nos conduce a un elemento más: esto supone preparar a todos. Este problema pedagógico no lo había tenido la pedagogía tradicional, y aquí surge una contradicción a la cual tenemos que buscarle soluciones científicas y es la masividad y la calidad de esa preparación. Ese es un nuevo problema, es un problema del socialismo, pero es un problema del socialismo en nuestro país que es donde lo estamos analizando: cómo preparar a todos con la mayor y mejor efectividad. Cuando yo digo prepararlos me estoy refiriendo dentro de esa preparación a tres elementos importantes de la pedagogía. La pedagogía trata dentro de su ciencia de buscar soluciones a cómo el niño, el joven, se apropia de la cultura, esto es parte de la pedagogía, cómo se apropia de la cultura en general: la cultura que le ha antecedido y la actual. Cómo se apropia de las técnicas de esa cultura y de las capacidades para trabajar con esa cultura, y cómo forma los valores para vivir con esa cultura y aplicarla en la transformación de la sociedad. Esas tres cosas que dan origen a varias ciencias pedagógicas y a varias teorías. Los problemas de las ciencias pedagógicas en la actualidad no pueden tener las mismas soluciones y análisis de otros momentos, porque tenemos un reto: cómo educar a todos, educar a todos en las circunstancias actuales y realmente hacer que estos tres elementos se cumplan, para que el hombre se prepare para la vida. Esa es una primera problemática que nosotros tenemos que resolver por caminos propios.

Yo creo que en esta problemática, la pedagogía pensó que algo ya estaba resuelto y que podíamos tomarlo. Yo no sé hasta qué punto esto ha limitado el desarrollo en los últimos años, y es que la pedagogía socialista, la pedagogía de diferentes países de los antiguos países socialistas tuvo un desarrollo teórico alrededor de este problema, y nosotros lo tomamos. Creo que a veces no hemos sentido la necesidad en los últimos años de teorizar —al menos en la pedagogía— porque teníamos a manos teorías, teorías a las cuales algunas considerábamos sagradas por las personas que las representaban, y entonces pensábamos: Bueno, qué voy a hacer con profundizar teóricamente en esto cuando esa teoría está muy clara y muy hecha. A mí esto realmente me llegó muy de cerca cuando hablé personalmente con uno de estos teóricos de la pedagogía, de la desaparecida República Democrática Alemana, que me dijo en el momento en que su país estaba en una crisis de valores y de socialismo: «Yo no sé si mi teoría es científica». El dudó en ese momento. Para mí fue como un aldabonazo porque esa teoría yo la había tomado y no sentía la necesidad de investigar teóricamente cosas que para mí ya estaban muy claras. Eso es un reto para nosotros, realmente tenemos que profundizar en nuestra teoría pedagógica tomando la base metodológica que nos brinda la filosofía marxista-leninista que está ahí, ninguno de sus basamentos metodológicos está en quiebra, eso es un aspecto importante. Las vías, los métodos, los medios y los procedimientos para poder llevar a cabo la educación de nuestras generaciones en esa forma que he dicho, masiva, no pueden ser los mismos. Yo creo que nosotros, que apoyamos métodos y formas de trabajo de la pedagogía cuando la pedagogía se ha planteado mundialmente este problema como un problema parcial, creo que no puede ser la misma la pedagogía en el año 53 cuando teníamos —para recordar un dato— el 53,9% de los niños de 6 a 14 en las escuelas de la población existente, a la pedagogía cuando tenemos un 98,2 con esas mismas edades, esto plantea un reto a la ciencia porque atiende el mismo fenómeno, pero el mismo fenómeno en unas condiciones y dimensiones diferentes, por lo tanto, los métodos no pueden ser iguales, y la misma aplicación de los métodos nos puede conducir, por tanto, a la ineficiencia. Creo que esa contradicción que plantea el socialismo tiene que tener solución, nosotros no podemos contraponer y decir; si hay masividad no podremos alcanzar la calidad, tenemos que buscar el camino científico porque si no estaríamos negando la educación socialista.

Voy abordar otro segundo problema que es el de los valores. A este primero me estaba refiriendo en general, el aspecto instructivo, es decir, cómo llevar la cultura y la apropiación de la cultura a todos en circunstancias diferentes, con maneras de pensar diferentes, con estratos sociales diferentes y a veces sin deseo de asimilar la cultura que se orienta, pero la de los valores, cómo formamos los valores. Algunas de las antiguas sociedades socialistas —tenemos que llamarlas así— estudiaron y teorizaron sobre los valores en la formación del hombre, algunas después hemos visto que no eran teorías científicamente fundamentadas, cuando esto no se pudo lograr. En Cuba la formación de los valores creo que tiene este segundo reto al que yo me refiero: tenemos que formar un hombre con valores de comunista en una sociedad que todavía no es una sociedad socialista, todavía estamos construyéndola, el hecho de formar a un hombre para una sociedad en la cual estamos abordando al mismo tiempo, yo creo que es un reto. Estas palabras que estoy diciendo no son palabras mías, las dijo Fidel en una reunión en el año 71. Con mucho interés decía: «Tenemos una gran contradicción que la pedagogía tiene que ayudar a resolver: cómo formar un hombre para una sociedad que todavía no la tenemos, por hombres que todavía no tienen los valores de esa sociedad». Doble contradicción, pero la ciencia pedagógica cubana se las tiene que plantear porque somos un país socialista empeñado en desarrollar nuestra sociedad socialista, por lo tanto, son retos diferentes que no se resuelven por el camino ni por el resultado de las teorizaciones que hayan hecho otros. Esto que he querido decir refuerza lo que se ha hablado y señalado de la necesidad de profundizar, de fortalecer nuestra teoría pedagógica cubana y de buscar métodos y vías para un reto que no era reto al cual estábamos acostumbrados y que otros no le han hallado solución. Yo añadiría una cosa más que a mí me parece que adolecen nuestras ciencias sociales en este momento, y es del trabajo compartimentado, del trabajo un poco independiente, yo creo que —y no quiero aquí igualar las ciencias naturales y las ciencias sociales, que tienen características y objetos diferentes— en las ciencias naturales hay algo que ha ayudado mucho en estos últimos años en el mundo y en Cuba, y es su trabajo conjunto. Yo siento que todavía en las ciencias sociales nosotros trabajamos aisladamente.

¿Este reto que he planteado aquí ustedes creen que puede resolverlo la pedagogía sola, como ciencia; este reto tan importante que es la preparación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes para esa sociedad, con las contradicciones que existen y cuando no están todavía las condiciones logradas, que los que estamos actuando sobre ellos no tenemos todos los valores requeridos para esa sociedad. Podrá lograrlo sola, en una sociedad donde la familia, lo que rodea al niño, los medios, todo lo que le llega forma esos valores, le da cultura, le da técnica? Yo creo que ese es un aspecto en el cual las ciencias sociales tienen que trazarse alguna política conjunta.

La pedagogía, incluso, ha tenido una falla: no se ha nutrido suficientemente del resultado de las investigaciones de otras ciencias. Eso es una falla de la ciencia pedagógica, se ha querido bastar por sí misma y a lo sumo ha tomado resultados de la psicología pedagógica que es la más unida a ella, pero ha desechado otras, esto se convierte en una laguna para la propia ciencia pedagógica. Pero ahora yo me refiero a las ciencias sociales en general, ¿es que este problema no tenemos que verlo en general?, ¿sin la filosofía podremos avanzar en este objeto de investigación de las ciencias pedagógicas?, ¿es que podremos avanzar sin la etnología, es que podremos avanzar sin la antropología, sin la sociología? Es decir, y lo dije en una reunión anterior —creo que fue cuando el Consejo Científico—, nosotros como Ciencias Sociales tenemos que tener mayor debate, integración en el trabajo y discusión. Por eso realmente me siento tan bien en una actividad como esta, porque no había participado en debates de aspectos como los que estamos debatiendo hoy compañeros de las diferentes ciencias sociales, cuyos objetos de estudios se tocan, y por eso hay momentos en que tienen que trabajar juntos para su solución. Es un reto el que tenemos por delante, y es un reto al cual tenemos que darle respuesta. Creo —como dice el Llamamiento al Congreso— que las ciencias sociales están llamadas en este momento a trabajar más que nunca, y como señaló, yo creo que fue Olguita, a resurgir con fuerza, porque con el trabajo cotidiano y normal no resolveremos los problemas que en este momento el país está planteando.

A esto yo quiero añadir otra cosa: nosotros tenemos que hacer que las ciencias sociales Constituyan parte de esa frase de Fidel que dio origen al Día de las Ciencias, que para todos es muy clara pero que todavía no es una realidad, por supuesto, y es que este país sea un país de hombres de ciencia, que es la única manera de nosotros, tan chiquiticos que somos, en el mapa casi perdidos, mantenernos en este mundo, subsistir y sobresalir, porque ahí es donde está nuestra única riqueza natural. Ahora, nosotros no tenemos o no hemos preparado todas las condiciones para que nuestros profesionales, y empiezo por la ciencia nuestra, sean hombres de ciencias, a nosotros en eso nos queda por hacer, que cada educador —tenemos más de 290 000 en el país— no tenga que ser necesariamente un científico o investigador titular o auxiliar sino un hombre que trabaje con la ciencia cotidianamente, que no de soluciones improvisadas, inspiradas o artesanales, sino que sea la ciencia la que lo guíe en su camino. Eso es un reto y tenemos que lograrlo. No es fácil por el problema que señalaba anteriormente, porque estamos hablando de una masividad en la cual tenemos que elevar la calidad, y esa masividad para estudiantes es la misma que se señala también para los educadores que tienen que hacerles frente.

Para concluir, apoyo totalmente lo que se ha planteado hasta ahora de la necesidad de profundizar en nuestra teoría pedagógica, y algunos estamos decididos a hacerlo, por lo menos yo personalmente pienso que tenemos que nucleamos un grupo de compañeros que dediquemos tiempo a eso, retomando todas las ideas de nuestras ciencias que nos han antecedido en cada área, muy importante, y fortaleciendo los principios metodológicos del marxismo-leninismo que le dan base. La segunda propuesta es el hecho de que nos integremos más en la discusión y el debate de las ciencias sociales en el país.

Juan Luis Martín

Yo quería referirme a tres aspectos, dos de ellos se han tocado aquí: uno es el problema de la teoría, el otro el de la ideología y el tercero es el carácter diferencial que tienen las ciencias sociales en nuestro país. A mi juicio creo que una de las tareas principales que tienen las ciencias sociales —como decía Lidia—, absolutamente impostergable en estos momentos, es el desarrollo de la teoría; y en ese desarrollo de la teoría, lo primero que habría que hacer es comenzar por examinar qué ha ocurrido en el socialismo concreto y la historia de los últimos años.

A mí me parece que precisamente la coyuntura que se ha abierto está dando lugar a dos posiciones que el marxismo-leninismo consecuente tiene que enfrentar. Por una parte, están los que quieren aprovechar todo, esos sucesos ocurridos, lo que a mi juicio es la debacle de una concepción específica del socialismo, aprovechar —repito— esa coyuntura para arrasar con el marxismo y, sobre todo, con el leninismo; pero están también los que se aprendieron el marxismo de memoria, herederos y víctimas de la peor tradición escolástica, y se resisten a aceptar que hay segmentos de la teoría que se deben reexaminar, y, a mi juicio, son sobre todo los que están en el campo de la economía política y los que están en el campo del denominado, hasta hace poco, comunismo científico y ahora socialismo científico. Los del primer grupo quieren aprovechar la brecha y atacan la esencia materialista sustituyéndola por formas más o menos esbozadas idealistas, y los del segundo, consciente o no, atacan la esencia de la dialéctica del marxismo-leninismo. De manera que cuando el Llamamiento habla del resurgir de las ciencias sociales, yo lo interpreto como un llamado a retomar a un marxismo-leninismo consecuente, capaz de eludir el idealismo y capaz de eludir la metafísica.

Yo creo que hay que recordar que este camino del desarrollo de la teoría no puede olvidarse de la relación entre la investigación teórica y la investigación concreta, es una avenida de dos vías, y que la teoría orienta la investigación concreta, y la investigación concreta alimenta a la teoría, de manera que esta doble relación no podemos olvidarla en ningún momento.

En relación con el problema de la ideología, bueno, eso está ahora en el tapete, incluso nuestros colegas en muchos países en medio de esta situación hablan del fin de las ideologías, hablan de la necesidad de desideologjzar la ciencia, etc. Por lo menos, desde mi opción filosófica solamente plantearse la desideologización de entrada está errado. Yo creo que los que consideran que se puede desideologizar la ciencia en la práctica lo que hacen es adscribirse a una ideología específica. De manera que si parto de la idea de que el mundo se divide en clases y que hay una clase que está asociada a un proceso histórico que precisamente es la que hace que sus intereses coincidan con una ideología científica no con una falsa conciencia, bueno, si yo me planteo las cosas así, y así me las planteo, no puede haber ciencias sociales que no tengan una orientación, un carácter ideológico. Pero aquí viene otro problema, y es que esta es una concepción de ideología a la que nos referimos que es distinto a que las Ciencias Sociales se subordinen a la política coyuntural que establecen los órganos de dirección de la sociedad en un momento u otro, que es lo que creo que ha pasado en la experiencia de Europa oriental, y, que ahora cuando dicen desideologizar es porque durante todo el tiempo anterior cada vez las ciencias sociales repetían la consigna que estaba de tumo, y cuando en un momento se dijo: la presente generación vivirá el comunismo, dijeron: la presente generación vivirá el comunismo; y cuando después se dijo: no, ya no va a ser el comunismo, va a ser el socialismo desarrollado, dijeron que era el socialismo desarrollado, y cuando ahora se cuestiona si era el socialismo, son los primeros en cuestionarse el socialismo. Es decir, a esta relación, que es una relación viciada, que no es una relación ideológica, es decir, es una relación ideológica pero no acorde con la ideología de la clase obrera, que es estar acorde con la ideología de la burocracia, que es otra cosa, a esta es la que creo que las ciencias sociales cubanas, tienen que huirle, o sea, las ciencias sociales tienen una interpretación de la realidad que se la dan sus instrumentos, se la dan sus herramientas y con esa interpretación de la realidad que tiene que estar en función de los intereses históricos de la clase obrera, tienen que relacionarse con los órganos de dirección de la sociedad, con la política concreta de cada momento de esos órganos y ayudar a construir esas políticas concretas.

Por último, yo quería decir que a veces se habla como un bloque de las ciencias sociales, y, sobre todo, en países como el nuestro que tienen características en diferentes esferas, sobre todo en la esfera de la vida intelectual al igual que incluso a nivel del desarrollo socioeconómico, tienen características —repito— muy heterogéneas: hay ramas de la economía desarrolladas, hay ramas de la economía que están en un nivel muy incipiente, muy primitivo; hay también zonas de la vida intelectual con tradición y desarrolladas y zonas que no, quiero decir esto porque a veces se hace tabla rasa y se dice que las ciencias sociales en Cuba no tienen desarrollo, no han tenido desarrollo, y no comparto nunca ese criterio, y pienso que la psicología cubana, después de la psicología argentina, es probablemente la más desarrollada, pienso que la arqueología cubana es la más desarrollada del Caribe y una de las más desarrolladas de la América Latina, pienso que la lingüística cubana es una de las más desarrolladas de toda la zona del habla hispana, pienso que la historiografía cubana es también una ciencia con un alto desarrollo; creo que hay otras ciencias como la antropología que por errores de política, errores de política que han sido también errores de concepción, errores de copismo y errores de interpretación errada y aplicación errada del marxismo- leninismo al análisis de la ciencia y el desarrollo de la ciencia, se han quedado atrás.

Creo que parte de la política de los próximos años tiene que ser precisamente ir a un desarrollo armónico, a un desarrollo proporcional de las ciencias, porque las ciencias sociales más que ninguna otra, yo diría, constituyen un sistema y cada una —como decía Lidia en su intervención— alimenta a las otras, y es muy difícil que haya desarrollo de la pedagogía, ni desarrollo de ninguna otra ciencia social específica, ni aun de la filosofía si no hay desarrollo de las ciencias sociales más particulares.

Esto era lo que yo quería decir.

José Antonio Portuondo

Creo que en esta mañana se han dicho cosas muy interesantes, empezando por el informe de Daisy y luego las intervenciones de los demás compañeros; se han hecho muy importantes aportes. Como todas estas intervenciones han sido grabadas, sería muy bueno que se pasaran en limpio y se hicieran circular por todos nosotros, por todos los institutos para hacerlas objeto, a su vez, en esos centros de estudio, y, más tarde, reunir un colectivo por el estilo del que estamos celebrando ahora, ya con proposiciones concretas y algunas observaciones nuevas que puedan surgir al margen de estas discusiones.

Me parece que se han dicho cosas fundamentales muy claras, muy precisas, pero sobre todo pienso que lo primero que resalta de todas estas intervenciones es que se ha producido entre nosotros una toma de conciencia de la crisis que estamos viviendo en materia ideológica y en general; como es lógico estamos viviendo esta crisis del socialismo que ya venía arrastrando ciertos problemas desde antes de su explosión, antes de que Gorbachov destapara la caja de Pandora: y no se olviden que en la caja de Pandora, cuando salieron todos los males quedó en el fondo la esperanza. Nosotros no tenemos por qué perder la esperanza y por eso nos aferramos a ella y debemos plantearnos nuestros problemas específicamente aquí. Hay una oportunidad con este planteamiento y esta toma de conciencia de que nosotros retomamos —como planteaba Lidia hace unos momentos— lo que es una verdadera tradición ideológica en nuestro país.

Pensar que, por ejemplo, Luz y Caballero, ya se planteaba que los problemas de la filosofía no era especular sino resolver los problemas propios del país, con lo cual Luz estaba coincidiendo con la crítica de Marx a Feuerbach. Luz nunca citó a Marx, pero sí criticó alguna vez a Feuerbach. Por lo tanto, su actitud ante el pensamiento de Feuerbach coincide con el de Marx. ¿Quiero decir con esto que Luz era marxista? Nada de eso, eso sería un solemne disparate. Lo que sí es cierto es que nosotros tenemos una tradición filosófica criticista que está respaldando esta misma actitud nuestra de ahora, y que está en Varela, que está en Luz, ya antes en Caballero, pero que sigue a través de toda una serie de figuras que nos están sustentando en nuestra posición criticista de hoy.

Ahora bien, debemos aprovechar todas las oportunidades para hacer resaltar estas cosas, y se nos presenta ahora muy pronto una excelente: la publicación el 1ro de enero de 1891 de «Nuestra América» de José Martí. Ahí hay un planteamiento extraordinariamente importante desde el punto de vista ideológico y debe ser la base para una celebración que no significa solamente usar el incensario porque eso ya no se usa, sino sencillamente extraer todas las lecciones, la vigencia de este extraordinario documento que puede examinarse desde todos los ángulos imaginarios. Nosotros en el Instituto de Literatura y Lingüística vamos a trabajar sobre él, pero el énfasis lógicamente lo pondremos en el aspecto ensayístico, en el aspecto literario, pero ninguno de esos ensayos que pueden parecer más o menos formales pueden descuidar el fondo, el contenido ideológico de ese documento. De manera que mi primera proposición —ya estoy entrando en el terreno de las proposiciones— es la edición y repartición de las intervenciones de hoy para sopesarlas. Por otra parte hay algo que creo que nosotros podríamos tratar de ver cómo recabamos de la dirigencia de la Academia una atención mayor a las ciencias sociales. En una de las celebraciones, que se hizo en el Palacio de las Convenciones, en donde Fidel pronunció un importantísimo discurso, cuando estábamos ya en el Bucán celebrando la función —Daisy se acordará—, yo me acerqué a Fidel y le dije, primero, que el discurso era magnífico, estupendo, pero que había echado de menos la mención de las ciencias sociales. Fidel inmediatamente me dijo: «Tú eres el segundo que me ha planteado ese problema». Yo no lo sabía, pero es que el primero fue un brulote tremendo, una descarga formidable de Hortensia Pichardo. Yo creo que todos ustedes conocen a Hortensia, su temperamento… Bueno, aquello fue formidable. Empezó hasta en la forma de acercarse a Fidel, ella se acercó y se tropezó con la mirada severa de los guardaespaldas, entonces alzó la voz y gritó: «¡Fidel, no me dejan pasar!». A Fidel le hizo mucha gracia aquello, y le dijo: «Venga, venga para acá». Y luego cuando estuvo frente a él, le lanzó una descarga feroz, denunciando que se había olvidado de la historia, de toda una serie de cosas. Por eso es que Fidel me dijo: «Tú eres el segundo que me lo ha planteado». Bueno, ojalá que hubiera terceros y cuartos y quintos, porque en realidad se descuida un estímulo a los trabajadores de las ciencias sociales. Yo creo que sí, son muy importantes las ciencias naturales, las técnicas, las ciencias aplicadas, es sumamente importante todo eso, y yo no pretendo de ninguna manera hacer que pueda dársele la prioridad a un estudio de la historia de la literatura cubana, a resolver el problema de la fiebre de los temeros, que son cosas muy distintas; pero queremos de la misma manera que se les presta atención y se destacan las investigaciones en tomo a la fiebre de los temeros, que también se destaquen las labores en el terreno ideológico, en el terreno de las Ciencias Sociales, eso sería tan estimulante como la recepción de los campeones mundiales, ya sea en boxeo o ya sea en lo que sea. A mí me parece muy bien, yo no estoy en contra de eso pero me parece que vale la pena que se destaquen también, sobre todo, por la importancia que realmente tienen y aquí se ha demostrado.

Por lo tanto, repito mis proposiciones: primero, la difusión de lo que aquí se ha dicho para discutirlo en nuestros institutos, y luego reunirse aquí para llegar a proposiciones concretas, aunque no se trata aquí de soluciones concretas, de esa aplicación mecánica a la sociedad. Es otra cosa mucho más profunda pero, precisamente por eso, requiere que meditemos, discutamos y reediscutamos cuantas veces sea necesario.