A 60 años de la Reforma Universitaria en Cuba: historia y proposición sobre la enseñanza del marxismo (Segunda parte y final)*
Dra. Natasha Gómez Velázquez
Facultad de Filosofía e Historia y Sociología
Universidad de La Habana
El III Pleno del Comité Central del PCC argumentó sobre la necesidad de revitalizar «la enseñanza, conocimiento y divulgación de nuestra historia, así como del Marxismo-Leninismo», de cara a «los desafíos de la guerra cultural que se nos hace desde los centros de poder hegemónico del capitalismo transnacional».
El camino hacia la claridad y firmeza ideológica reclamadas por la dirigencia partidista pasa, sin embargo, por dirimir sobre un tema que ha conjugado diversos problemas. Problemas actuales, pero no novedosos, como no lo son las críticas al canon del «marxismo-leninismo» y a sus efectos políticos, económicos y culturales, a su papel como doctrina organizacional e ideología de Estado. Su análisis debe asumir la herencia peculiar del proceso revolucionario y socialista cubanos, así como la sacudida de los años noventa, cuando el descalabro del sistema soviético y la crisis aparejada asentaron nuevas condiciones en nuestro país.
Dirimir sobre la situación actual del marxismo en Cuba supone aproximarnos a nuestra historia reciente, a los intentos de reformular nuestro socialismo, a nuestras prácticas e instituciones, a los debates y valoraciones que han suscitado. Crear alternativas ajustadas a nuestro contexto implica superar viejos dogmas, no actualizarlos. El proyecto de emancipación social, de crítica cultural, que el marxismo revolucionario ha sostenido, no avala disociar las formas o medios, de los contenidos.
De ahí que decidamos abrir un nuevo espacio para divulgar textos de autores cubanos que han analizado varias dimensiones del tema.
El texto que presentamos a continuación es la segunda parte de un texto inédito. Puede consultar la primera parte en este enlace. (Instituto de Filosofía)
Breves palabras sobre el M-L y su historia
El M-L comienza a conformarse en la Rusia soviética en abril de 1924, inmediatamente después la muerte de Lenin (enero de 1924), con el texto de Stalin Fundamentos del leninismo (Pravda, 26/30.4.24). Su codificación culmina en 1938, con El materialismo dialéctico y el materialismo histórico, también de Stalin. Contribuyeron, fundamentalmente, otros escritos de Stalin, de Bujarin, y de Zinoviev, publicados entre 1924 y 1926.1 El M-L suele ser conocido como «marxismo soviético» (aunque este es más amplio) o «marxismo oficial» (cuando fuera adoptado oficialmente por Partidos Comunistas). Ciertamente, estas últimas denominaciones pueden ser consideradas imprecisas.
También suele ser empleado el término «marxismo stalinista» —a lo largo de este trabajo se referencian los posicionamientos de reconocidos intelectuales cubanos que comparten este criterio—,2 atendiendo a su génesis, y la función normativa, disciplinaria, y hasta represiva que desempeñó en determinados contextos. Ese vínculo quedó representado en el plano simbólico hasta hoy. El M-L se ha caracterizado por sus dispositivos de control; y por su uso para censurar a intelectuales y científicos.
El destino de David Riazanov, es uno de los ejemplos que ilustran este proceder en la época misma en que estaba en plena constitución el M-L. Riazanov fue el primer editor del proyecto de Obras Completas de Marx y Engels, que se proponía también recuperar, conservar y eventualmente publicar documentos históricos, folletos y obras revolucionarias de distintas épocas y filiación política (no solo rusa, ni bolchevique). El sabio ruso gozaba del prestigio y aprobación de marxistas de Rusia y europeos de la época, precisamente, por su labor editorial previa de escritos de Marx, por su trabajo de archivo, y por su empeño en la búsqueda de manuscritos. Sin embargo, fue purgado en plenas funciones (1931) en el Instituto Marx-Engels del que era Director, y posteriormente ejecutado (1938). Su consecuencia: retraso de años, cambio de concepción del proyecto, y eventualmente su interrupción.
El conocido autor de Manuales de M-L, T. I. Oizerman, comentaría en retrospectiva: «el marxismo se volvió un sistema dogmatizado, distinto de la doctrina de Marx y Engels […] Fue una tragedia. Este problema tiene, además, una dimensión personal: el destino de los filósofos en la URSS. En los tiempos soviéticos no había filósofos y no podía haberlos. Solo había propagandistas […] del Breve curso de historia del Partido Comunista de toda la Unión (b), escrito por Stalin. Si hubieran aparecido verdaderos filósofos que expusieran sus opiniones originales propias, probablemente habrían desaparecido instantáneamente de la arena social».3
El M-L desempeñó una función disciplinadora en la URSS (no solo en el período de gobierno de Stalin), normaba contenidos, interpretaciones, obras y pasajes a emplear. Fuera de esos límites, los autores marxistas se encontraban en una peligrosa ilegitimidad. Otra forma de control era la que se ejercía cuando, desde su estatuto oficial, el M-L (o en su nombre), limitaba el acceso o la participación de otras formas de marxismo, o de expresiones teóricas no marxistas. Estas prácticas se han ejercido también en otros contextos.
Con escaso diálogo respecto a la cultura de su época —marxista o no, científica, artística, noticiosa, etc.—, el ya inexpresivo M-L, se consumía en su encierro controlado. Esta función disciplinadora limitó el desarrollo del marxismo no solo soviético, sino en todo el territorio del socialismo real. El importante intelectual argentino Atilio Borón ha señalado: «acarreó gravísimas consecuencias en el plano de la teoría tanto como en el de la práctica […] Esterilizó los brotes de una genuina reflexión marxista en distintas latitudes, y precipitó la conformación de aquello que Perry Anderson llamara “el marxismo occidental”», concentrado más bien en asuntos epistemológicos alejados de la política, apunta Borón.4 En tanto, el también argentino Néstor Kohan, refiriéndose al M-L y su autolegitimación —basada en el argumento de que es el único marxismo auténtico, pues representa fielmente a Marx, Engels, y Lenin—, expresa: «la operación fue realmente inteligente y sagaz. El dogma había creado sus propios dispositivos de control».5
Esa práctica impositiva, también se hizo presente en el proceso que legitimó el M-L al interior de la Internacional Comunista (IC, fundada en 1919).6 Después de la muerte de Lenin, los soviéticos promueven la legitimación y oficialización del naciente M-L en el escenario de la IC. Esta organización impulsaría su universalización dentro del movimiento comunista. Fue un proceso progresivo de (cuasi) imposición en sus inicios, a partir del 5º Congreso de la IC (junio-julio, 1924)7 y la consigna «propaganda del leninismo» (entendiendo por tal, únicamente la definición de «leninismo» formulada por Stalin). Hubo imposición, porque no todos los comunistas integrados a la nueva Internacional eran «leninistas» (en cualquiera de sus definiciones). Había por ejemplo, una amplia fuerza «luxemburguista» (seguidores de Rosa Luxemburgo). Sin embargo, el prestigio y admiración por la Revolución Rusa de 1917, el Partido bolchevique, y Lenin, por un lado; y por otro, la aplicación progresiva de la ideología y métodos stalinistas también dentro de la IC, terminaron por imponer lo que a fines de los años 20 se va a (re)conocer como M-L. En lo adelante, (casi todas) las organizaciones, movimientos, y Partidos comunistas organizados en el contexto de la IC, o que se constituyeron bajo su influjo posterior heredado por el PCUS y la URSS, o que se alinearon a estos en un contexto bipolar de guerra fría, comenzaron a identificarse con el M-L o a declararse M-L (Cuba).
Sobre el proceso erróneo de identificación del Marxismo con el M-L
Stalin comienza por definir el «leninismo» en abril de 1924 (e impone su definición frente a otras): «el leninismo es el marxismo de la época del imperialismo, y la revolución proletaria».8 Atender a la frase: «es el». Significa que para la época que Stalin caracteriza, no se reconoce validez a ningún otro marxismo, de los que componían la ya heterogénea y plural tradición marxista. Esto pronto deriva en las siguientes declaraciones de los representantes del M-L sobre su teoría: es el «único científico, verdadero, y auténtico» marxismo. Por otra parte, Stalin afirma que Lenin «es el» continuador de Marx (no hay otro), en tanto lo actualiza en otras condiciones históricas. Entonces se trata de una misma teoría. Presentado así, se pudo ir conformando la expresión gramatical ilustrativa: «marxismo-leninismo». Esta expresión identitaria, fue concebida como autodenominación.9
Consecuencias: 1) si el M-L es el «único auténtico» marxismo (se legitima a sí mismo), entonces el M-L es EL marxismo. Ecuación que pasaría a ser intercambiable con la siguiente: el marxismo es el M-L. De ahí la (errónea) identidad entre M-L y marxismo, que va a ser legítima (¡solo!) para los partícipes del propio M-L. Para el resto del universo marxista y los especialistas, el M-L es una tendencia más del marxismo, dentro de esta tradición heterogénea, múltiple, plural, y «policéntrica» agregaría Eric Hobsbawm,10 compuesta por distintas corrientes desde las décadas finales del siglo XIX.11 2) al autolegitimarse como el «único científico, verdadero, auténtico», el M-L nace definiéndose desde una posición sectaria, que desconoce (censuró o ignoró) cualquier otro marxismo. Como resultado, las organizaciones políticas que adoptaron el M-L, (casi siempre) asumieron esa actitud sectaria que ha afectado al movimiento comunista.
El investigador del Instituto de Filosofía, especializado en temas históricos del marxismo, y que ha tenido acceso a archivos soviéticos, Orlando Cruz Capote, ha comentado en 2017: «el ‘marxismo-leninismo’ de hechura estalinista […] con su fatal construcción seudoteórica del diamat y el hismat, no admitió una experiencia teórica y, por supuesto, tampoco práctica, que se saliera de los cánones establecidos por el ‘socialismo de Estado’ prosoviético».12
En Cuba se ha experimentado y aún se proyecta ese tipo de sectarismo propio del M-L, que nos ha privado por décadas de la socialización y amplio conocimiento de necesarios referentes para el socialismo como Trotski y su «teoría de la revolución permanente»; Rosa Luxemburgo y sus concepciones sobre la democracia socialista y sobre el Partido; los aportes del sindicalismo soviético; el «consejismo» comunista; etc.
Marxismo y M-L: precisiones históricas y conceptuales necesarias
1) El «marxismo», es un concepto de máxima generalidad que incluye a todas las corrientes marxistas, las históricas y las actuales. También a Lenin y al leninismo, en tanto estos son marxistas. 2) El «M-L» es el nombre propio de una sola y específica corriente del marxismo (entre muchas otras que conforman esa tradición). De manera que no incluye al resto de las corrientes marxistas, que también tienen nombre y contenidos propios que las identifican. 3) Había marxismo desde la segunda mitad del siglo XIX; y había leninismo desde 1902-1903. Es decir, tanto del marxismo como del leninismo, existían distintas interpretaciones con anterioridad a 1924, y siguieron desarrollándose otras interpretaciones diferentes del marxismo y del leninismo, al margen del M-L. 4) A pesar de lo que indica su nombre, el M-L nunca ha tenido el monopolio del marxismo ni del leninismo. De hecho, el resto de la tradición marxista —y por eso, es marxista—, sigue a Marx; y la inmensa mayoría de esa misma tradición, sigue a Lenin. Además, el peculiar marxismo y el peculiar leninismo del M-L, han sido cuestionados con frecuencia por el resto de la tradición marxista desde su propia génesis (también en Cuba, tal como se ilustra en este texto). El importante intelectual argentino Atilio Borón, por ejemplo, explica la diferencia entre «Lenin, el leninismo y el marxismo-leninismo»,13 asunto que suele pasar inadvertido para quienes participan del M-L, o para quienes se encuentran al margen de los estudios históricos y conceptuales del marxismo. 5) nominalmente, Engels desaparece del M-L (de forma paradójica, pues el M-L utiliza más a Engels que a Marx (ambos a su manera); y resulta curioso que apenas se suele inquirir sobre esto.
La diferencia entre marxismo y M-L, es de naturaleza histórica y teórica. En Cuba resulta necesaria esa precisión porque el M-L enseñado y socializado durante décadas, sembró a nivel de conciencia social la falsa identificación entre ambos conceptos. Sin embargo, esa diferenciación es distinguida por los marxistas —obviamente, no por los M-L que consideran su M-L como El (único) marxismo— desde hace casi un siglo. Los miembros de la Komintern lo sabían, pues, adoptaron el M-L en la segunda mitad de los años 20, justamente, para diferenciarse de otras expresiones también marxistas (aunque terminaran no reconociendo a estas últimas). Y entre los teóricos ilustres de la época, Lukács y Korsch manejaban críticamente al M-L, como una nueva (otra) expresión del marxismo que surgía en Rusia en los años 20. Por otra parte, los historiadores del marxismo reconocidos internacionalmente, trabajan con la pluralidad y heterogeneidad de la tradición marxista, y distinguen el marxismo como expresión general, de cualquiera de sus corrientes, entre las que se encuentra el M-L. Así mismo, los movimientos y Partidos políticos marxistas, reconocen su identidad a partir de las diferencias con otras concepciones teórico-políticas, también marxistas. Distinguiendo así, las distintas manifestaciones que conforman al marxismo.
Marxismo o M-L: un debate pertinente en Cuba
«M-L» y «marxismo» no constituyen simples denominaciones. Son expresiones conceptuales distintas. A cada una le asiste un contenido y significado específico e identitario, que se fue constituyendo e identificando a través de la historia de toda la tradición marxista, y que es reconocido por los historiadores y especialistas del marxismo. De manera que sus significados no se pueden redefinir arbitrariamente.
Por tanto, no se debe subestimar el debate actual sobre el asunto bajo el calificativo de «escolástico», o argumentando que lo importante es el contenido y no el nombre,14 pues la cuestión no es de nomenclatura, es de concepto.
Esto es lo que está en debate: ¿seguimos enseñando y socializando un solo marxismo (en este caso, el «M-L», de nocivas consecuencias, además); o abrimos a los jóvenes estudiantes y socializamos el conocimiento crítico del «marxismo» todo? Téngase presente, que permanecer en los marcos del M-L tiene —como se ha señalado—, un costo simbólico.
Por otra parte, la opción de continuar empleando la denominación de «M-L», y bajo ese concepto, incorporar arbitrariamente otros marxismos que tienen (otros) nombres y contenidos propios, nos situaría, desde el punto de vista de la práctica, la teoría, y la historia del marxismo, en una situación de incomunicación. Y, si de enseñanza institucional se trata (Disciplina), se debe obrar con estricto rigor científico e histórico.
El profesor, investigador y asesor Miguel Limia David comentó en 2019, los problemas de incomunicación a que la enseñanza y socialización del marxismo cubano se expone, de permanecer sosteniendo el M-L: «estoy en contra de la utilización hoy del guion que enlaza los términos marxismo y leninismo, los términos son históricos, tienen su papel en la comunicación. Considero que en los momentos actuales la percepción o la interpretación generalizadas por las matrices de información globales que existen de este binomio con guion, no son favorables, no tributan al sentido que se le atribuyó a ese concepto en el pensamiento del Comandante en Jefe […] Han cambiado las condiciones históricas y el término ha adquirido otras connotaciones…, ganamos en claridad al separarlos por una Y. Así diferenciamos el legado original de Marx y de Lenin que ratificamos, somos coherentes con Lenin, y dejamos el legado soviético posterior sobre análisis…. He estudiado las fuentes rusas donde el término empezó a ser utilizado».15
Por otra parte, la denominación y contenidos del M-L (su interpretación de la teoría de Marx, del marxismo, de Lenin, del leninismo, y la fusión resultante) no fueron determinados ni conocidos por Lenin, pues el M-L surge después de su muerte. Por lo que una consideración crítica sobre el M-L, así como su posible y necesaria sustitución —en favor del «marxismo» todo—, no agravia la memoria o voluntad del revolucionario ruso. Más bien, le hace justicia a ella, abriendo una nueva posibilidad histórica de comprender revolucionariamente su legado.
Premios Nacionales de Ciencias Sociales y especialistas cubanos: sus consideraciones sobre el M-L
Una de las características esenciales del M-L, es que se diferencia esencialmente de las concepciones teóricas y políticas de Marx, Engels, y Lenin, tanto por su origen, contenidos, funciones, resultados, como por su forma de socialización. Este criterio, al igual que la caracterización negativa del M-L, incluso, su génesis estalinista, es sostenido por especialistas internacionales muy reconocidos, y entre los prestigiosos autores cubanos que coinciden, se encuentran tres Premios Nacionales de Ciencias Sociales, y un Premio Casa de las Américas (todos con experiencia docente): Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso, y Juan Valdés Paz. La caracterización negativa del M-L, está presente también en reconocidos profesores/investigadores de Universidades cubanas y latinoamericanas:
Fernando Martínez Heredia, 1993: «El dogmatismo marxista, que se autodenomina “marxismo-leninismo” [creía] […] poseer todas las preguntas […] y todas las respuestas […] Eso lo único que posibilitaba era acostarse a dormir […] En medio de una revolución […] es inadmisible. Era una filosofía para obedecer y legitimar […] No explicaba […] la revolución cubana. Ajeno a la teoría marxiana […] Y es trágico cómo se le añadió la calificación de “leninista” [a lo que] […] cerraba el cauce abierto por Lenin al marxismo y a la revolución socialista mundial […] Carecía de legitimidad, de moral […], era antisocialista por sus propósitos y resultados».16
Fernando Martínez Heredia, 1995: «Un «marxismo-leninismo» ¾trágico uso del nombre de uno de los más grandes luchadores por la libertad del siglo XX¾ dogmático, empobrecedor, dominante, autoritario, exclusivista, fue impuesto y difundido sistemáticamente, en el preciso momento en que crecía tan bruscamente el nivel de preparación de los niños y jóvenes cubanos».17
Joaquín Santana, 1995: «[la teoría en la URSS] se elaboró […] sobre la base de la exégesis que un determinado grupo de intelectuales y políticos hicieron de las ideas de Marx, Engels y Lenin hasta conformar un sistema teórico complejo que se autodenominó marxismo-leninismo y que desde sus inicios condenó como revisionista cualquier otra versión que no se mantuviera en los parámetros de la interpretación oficial. Convencidos de que la práctica histórica les había dado la razón, los teóricos soviéticos consideraban sus opiniones como infalibles y gestaron un estilo de pensamiento dogmático que fijaba los límites de lo que se debía estudiar, leer o discutir y que establecía todas las preguntas y respuestas posibles».18
María del Pilar Díaz Castañón, 2001: se refiere a los «avatares de la filosofía marxista en la Unión Soviética a partir de la década del veinte», así como a las «consecuencias de la identificación filosofía = ideología política para la comprensión de la historia de la filosofía y en especial de la relación Hegel-Marx […] A fines del decenio se han diseñado dos líneas fundamentales […]: la conversión del marxismo en sistema finito, de leyes aplicables a cualquier nueva interrogante que la práctica generase; y la divulgación de la filosofía “en aras de la popularización”, a través de obras que reducían su esencia a fórmulas doctrinales».19
Fernando Martínez Heredia, 2012: Era «una teoría que había sido desnaturalizada y manipulada a un grado tan grande durante décadas». «Tendía a recortar el alcance de la revolución en vez de impulsarlo, padecía de eurocentrismo y provocaba colonización mental “de izquierda”, no compartía aspectos fundamentales de la revolución y podía comprometer la viabilidad del socialismo cubano. Lo grave era que esta ideología parecía avalada por la experiencia y el prestigio soviéticos, y pretendía que el llamado marxismo-leninismo fuera la guía de la formación política e ideológica en Cuba y el juez de las ideas, las actitudes y las medidas del campo revolucionario».20
Pablo Guadarrama, 2014: «Se formula después de la muerte de Lenin, con el auspicio de Stalin, quien […] propició […] que se creara el Instituto de Marxismo-leninismo-stalinismo, propiciador del Materialismo Dialéctico —incorrectamente atribuido a la creación de Marx y Engels-— con sus nefastas consecuencias, no solo para la filosofía, sino para […] el primer ensayo de construcción del socialismo en el mundo».21
Jorge Luis Acanda, 2014: «[…] el marxismo dogmático se apoderó de todo el campo, monopolizando la esfera académica y de la enseñanza […] Un “marxismo-leninismo” dogmático, empobrecedor, dominante, autoritario, exclusivista, fue impuesto y difundido sistemáticamente».22
Juan Valdés Paz, 2021: «el llamado “marxismo-leninismo […] si bien tenía cierto carácter autóctono en la URSS, en Cuba, daba lugar a una ideología dependiente, que afectaba a la totalidad de la cultura nacional».23
Una revisión de algunos de los textos (con distintas fechas) de la especialista en marxismo y Premio Nacional de Ciencias Sociales Isabel Monal, arroja el empleo de la terminología «marxismo y leninismo»,24 es decir, no utiliza el concepto de «M-L».
El también Premio Nacional de Ciencias Sociales, el historiador Eduardo Torres Cuevas, se remite al «marxismo» en general o al «marxismo y leninismo» en un artículo reciente. El hecho de que se abstenga de utilizar el «M-L» en medio de un contexto de debate sobre el asunto —del cual está, indudablemente al tanto—, constituye una posible forma de participar en el mismo.25
Investigadores del Instituto de Filosofía, se han referido al M-L en estos términos:
Orlando Cruz Capote, 2019: vincula el origen del M-L a la figura de Stalin, y lo caracteriza como «credo sectario […], que dio por culminado el desarrollo de la teoría marxista y leninista, con el despliegue del ‘diamat’ e ‘hismat’, intención ‘didáctica-pedagógica’, a través, de una manualística dogmática, simplista y vulgar» que «impidió su normal desarrollo y deformó, por otra parte, el sistema de ideas marxistas».26
Wilder Pérez Varona, 2017: «el marxismo-leninismo, doctrina que legitimara por tres décadas el liderazgo mundial del PCUS (con su materialismo histórico como expresión y aplicación del materialismo dialéctico, sus leyes de la dialéctica, su sucesión de modos de producción), comenzó a resquebrajarse» después del XX Congreso del PCUS.27
No referiré a los especialistas internacionales que durante el siglo XX e inicios del XXI, objetaron al M-L. Referiré solamente a dos intelectuales latinoamericanos, que han estado en Cuba, y expresan su apoyo a la revolución cubana sistemáticamente: Atilio Borón y Néstor Kohan.
Kohan aborda con amplitud en uno de sus libros publicado en Cuba, los orígenes del M-L asociados al stalinismo posterior a la muerte de Lenin, sus características, y consecuencias negativas: «los defensores del DIAMAT sostenían que (Lenin) era no solo inseparable sino incluso indistinguible de Marx y por lo tanto eligieron, tras su muerte ocurrida en 1924, designar el nuevo sistema “marxismo-leninismo” ¿Cómo analizar y cuestionar esto sin «traicionar» el legado leninista y convertirse automáticamente en un «renegado»? La operación fue realmente inteligente y sagaz. El dogma había creado sus propios dispositivos de control. Ahora bien, ¿es correcto aceptar acríticamente esta autolegitimación de los defensores del DIAMAT? ¿Se pueden tomar todos los aportes de las distintas generaciones de marxistas como si constituyeran un bloque homogéneo y deshistorizarlos? […] Si así lo hiciéramos poco favor le haríamos al pensamiento crítico, médula esencial del método marxista, en su explicación de la propia teoría».28
Atilio Borón, por su parte, explicaba lo siguiente en 2005: «el “marxismo-leninismo” es un producto anti-marxista y anti-leninista por naturaleza. Es preciso organizar una suerte de expedición arqueológica que nos permita recuperar la herencia leninista que subyace por debajo de ese cúmulo de falsificaciones, tergiversaciones y manipulaciones perpetrado por los ideólogos estalinistas y sus epígonos y que se diera a conocer con el nombre de “marxismo-leninismo”. Lenin ha sufrido, a manos de sus sucesores soviéticos, un doble embalsamamiento. El de su cuerpo […] y el de sus ideas, “codificadas” por Stalin en Los fundamentos del Leninismo (1924) y en la Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS (1953)».29
Respecto a las consecuencias de la oficialización del M-L en el movimiento comunista y su adopción por diferentes izquierdas, Atilio Borón precisa tres: el sectarismo; el freno que representó para el desarrollo teórico y práctico del propio marxismo; y el retraso de las fuerzas revolucionarias militantes del M-L, en la recepción y conocimiento de una parte significativa del marxismo generado durante el siglo XX: «la codificación del leninismo, su transformación […] en un manual de autoayuda para revolucionarios despistados, ha tenido lamentables consecuencias sobre varias generaciones de activistas y luchadores sociales. La canonización del leninismo como una doctrina oficial del movimiento comunista internacional acarreó gravísimas consecuencias en […] la teoría (y en) […] la práctica […] Cuando los principales movimientos de izquierda y […] los partidos comunistas adoptaron el canon “marxista-leninista”, se demoró por décadas la apropiación colectiva de los importantes aportes originados por el marxismo del siglo XX. Basta recordar el retraso con que se accedió a la imprescindible contribución de Antonio Gramsci al marxismo, cuyos Cuadernos de la Cárcel […] estuvieron disponibles […] a mediados de la década de 1970, […] cuarenta años después de la muerte de su autor. O la demora… en la incorporación de la sugerente recreación del marxismo producida […] por Mao Zedong. O el ostracismo en que cayera […] José Carlos Mariátegui, quien con razón dijera que “entre nosotros el marxismo no puede ser calco y copia”. O la absurda condena […] de György Lúkacs en Hungría. Más cercana en el tiempo, esa codificación anti-leninista de las enseñanzas de Lenin (y de Marx) hizo aparecer a Fidel y al Che como si fueran dos aventureros irresponsables, hasta que la realidad y la historia aplastaron con su peso las […] estupideces pergeñadas por los ideólogos soviéticos y sus principales divulgadores de aquí y de allá. Es difícil calcular el daño que se hizo con tamaña tergiversación. ¿Cuántos errores prácticos fueron cometidos por vigorosos movimientos populares ofuscados por las recetas del “marxismo-leninismo”?».30
La enseñanza del M-L y su problema jurídico31
La Constitución de 1976, se remitía al M-L en el preámbulo, en el artículo 5, y en lo relativo a la enseñanza. En sus reformas de 1992 y 2002, lo elimina del artículo sobre educación, y en la parte del preámbulo denominada «guiados» (donde solo permaneció como reconocimiento a los fundadores de organizaciones M-L del pasado). Es decir, de manera normativa, el M-L solo quedó plasmado en el artículo 5.
La Constitución de 2019 no se acoge al M-L: ni lo nombra ni lo norma. No aparece en su preámbulo, ni en su artículo 5 (de donde fue expresamente retirado),32 ni en el artículo que norma la Educación: el M-L no aparece en ninguna parte de su texto.
Desde el punto de vista de la observancia jurídica, el cambio constitucional de 2019 obliga a un cambio en el trazado de políticas que hacen uso explícito del marxismo. Si se ha sostenido históricamente la Disciplina M-L respaldada por la Constitución de 1976 antes de ser modificada en 1992; después de 2019 no puede continuar así.
En correspondencia con la Constitución, que es norma jurídica suprema de la República, la Disciplina debe ser por su nombre y contenidos, Disciplina de «marxismo».
Dos precisiones: 1) el término «marxismo» ya incluye al «leninismo» que es una variante del marxismo. De manera que sustituir —en correspondencia con la Constitución vigente— la Disciplina del «M-L» por la Disciplina de «marxismo», no significa de ninguna manera renunciar a la enseñanza de Lenin.33 Al contrario, permitiría estudiarlo fuera de la versión vulgar del «M-L». 2) desde el punto de vista científico anterior —por el que debe regirse la academia—, la expresión conceptual «marxismo» es suficiente (en tanto «marxismo y leninismo», puede ser una formulación adecuada, más bien, en sentido estrictamente político y jurídico).
Marxismo, ciencia, ideología, praxis, y enseñanza
El marxismo que necesitamos no debe ser declarativo sino crítico, como síntoma de vitalidad y actualidad de la totalidad socialista. Sus reflexiones proceden de vacíos, preguntas, contradicciones, inconsistencias, intuición de desarrollo posible. No confirma lo que ya «es», sino sugiere lo que «debe ser»; es negatividad dialéctica, siempre prospectiva. Ese es su aporte crítico-revolucionario. Pero no puede ser patrimonio de intelectuales, ha de convertirse en modo de existencia de sujetos políticos activos, para lo cual ha de ser más bien «patrimonio de la nación» y «bien público de los cubanos».34
Y es que la reparación de los problemas acumulados en la enseñanza y la proyección positiva de su desarrollo, no dependen exclusivamente de las acciones constructivas que se conciban respecto al marxismo en sí, no dependen del orden de lo cognoscitivo o lo propiamente discursivo, o de la rectificación estricta de las reales falencias de la enseñanza.
El problema no tiene una solución iluminista (como, por ejemplo, enseñar más y mejor). Hay que invertir esa lógica que responsabiliza a la instrucción marxista, con el comportamiento político. Más bien es a la inversa: por ser ciudadanos con activismo político revolucionario, es que aparece la necesidad orgánica del acercamiento al marxismo. Lo determinante es el contexto social todo y la praxis política ciudadana.
El asunto tiene sus raíces en el contexto de totalidad y complejidad social, de praxis política, individual y colectiva. Para estar vivo y concertar interés, el marxismo tiene que estar integrado —al decir de Gramsci— a un movimiento histórico real que lo reclame para diseñar estrategias cotidianas y prospectivas. Ese movimiento histórico constituye la arena por excelencia de la realización del marxismo (que no se satisface a nivel intelectual). En ese sentido, la voluntad de recuperación del marxismo y su enseñanza en Cuba, sus estrategias y acciones, deben dirigirse, al examen de la sociedad toda.
Por otra parte, el marxismo no se mueve solo en una dimensión de saber, ni siquiera es en sentido estricto, palabra dicha o escrita. Es una tradición multidimensional de historia realizada y en proyección presente y futura; experiencias políticas; praxis; luchas políticas también en sus dimensiones teóricas y simbólicas; organización; conceptos; teorías; interpretaciones; debates; cismas. Esa característica del marxismo como praxis, y no solo como saber, hace también imposible su aprehensión por vía iluminista. El ser revolucionario o el ser marxista no se aprende en las Escuelas, como bien dijo Rosa Luxemburgo a inicios del siglo XX o Carlos Rafael Rodríguez en 1962 a propósito de la Reforma Universitaria. Ser marxista y ser revolucionarios, es existencia y vida política. Y solo se hace tangible por medio de los sujetos políticos actuantes, que en su expresión estratégica y utópica se apropian de ese legado, porque lo necesitan orgánicamente para transformarse a sí mismos y al mundo.35
La ideología no constituye una esfera autónoma susceptible de ser intervenida desde su exterior, para ser corregida a través de exclusivos mecanismos de ilustración. La ideología lo abarca todo, es imposible de asir. Esa subjetividad política impregna al conjunto de las relaciones sociales. Actuar sobre las formas escolares del marxismo, por tanto, si bien es decisivo y urgente, tiene alcances limitados, pues sus resultados suelen quedar confinados a los registros del currículum, mientras, de forma paralela, las personas pueden entregarse al frenesí del empirismo y el pragmatismo (que también tienen una ideología, otra).
Además, el hecho mismo de que la Escuela y el gremio intelectual, se presenten como uno de los reductos del marxismo (donde se habla, investiga, y se encuentran sus símbolos), constituye un fenómeno que debe concitar toda la atención posible. Significa que la labor por realizar es más profunda: hay que recuperar no el marxismo en sí, sino más bien, la necesidad orgánica de la sociedad por el marxismo. La situación constatable, ha sido expuesta tanto por Fernando Martínez como por Isabel Monal: «se ha producido en Cuba un proceso de desocialización del marxismo y del leninismo (al que no son ajenos los medios masivos de comunicación), ya por la desaparición referencial al mismo como por la supresión de su terminología».36
No obstante, la enseñanza del marxismo constituye, sin duda, un área de trabajo esencial, pues presenta reales falencias de concepción y diseño, también teóricas, científicas, metodológicas, organizativas, institucionales, parte de las cuales, persisten desde la época de su instrumentación con la Reforma Universitaria. Ese conjunto ha conducido a la situación actual. En el 2019, el Premio Nacional de Ciencias Sociales, Pedro Pablo Rodríguez, ha comentado: «yo también estoy preocupado […], me pregunto qué está pasando, qué formación, qué conocimiento del marxismo, del pensamiento de Carlos Marx, de Federico Engels, de Vladimir Lenin y de otros más…tienen hoy los jóvenes intelectuales cubanos. Me preocupa hasta qué punto tenemos hoy una juventud intelectual, no ya que sea marxista, sino que tenga una idea de lo que es el marxismo […] Ahí veo un problema grave».37
Un balance y examen autocrítico del recorrido hasta hoy del marxismo y su enseñanza, resulta esencial para identificar lo efectivamente logrado y distinguirlo de aquello perecedero, diagnosticar para poder proyectar el deber ser y la construcción de lo posible. De hecho, el conocimiento y socialización de esa historia, sería un paso en la superación de la situación actual, pues no se puede operar en ciclos y repetir lo ya experimentado negativamente. El tránsito autocrítico ha sido señalado por profesores universitarios,38 y también contó con el pronunciamiento de Fernando Martínez Heredia: «en cuanto al necesario abandono […] del “marxismo-leninismo” se produjo una situación que, […] por evitar ser dramática, resultó totalmente ineficaz […] No hubo un debate abierto nacional que motivara una renovación del interés sobre bases nuevas que ayudaran a la recuperación del marxismo […] Faltó un campo alternativo de publicación de criterios diversos, de educación, de debates, en el cual otros temas, otros procedimientos y otras posiciones marxistas pudieran abrirse paso».39
El autoexamen será una de las vías para la apropiación definitiva de un marxismo (todo) efectivo para la revolución. De ninguna manera el silencio, la evasión del análisis de sus causas, permanecer en los límites de la dimensión metodológica (que constituye solo, una mínima parte del problema), el aferramiento a lo que ha sido y no resultó. En este último sentido, complementa Fernando: «la crisis es exacerbada por el defensismo remanente del “marxismo-leninismo” que rigió, que es estéril y contraproducente, porque se presenta como defensor de la ideología de la revolución». «Me preocupa mucho que la agonía vergonzante del “marxismo-leninismo”, que durante casi 20 años fue confundido con todo el marxismo, aumente el desaliento y la confusión actuales. Hay que evitar que esa ideología arrastre en su caída a todo marxismo posible».40
Hay que cambiar lo que debe ser cambiado, teniendo, como tenemos ahora: la información necesaria y crítica para acceder a todo el marxismo que aporte a la transformación revolucionaria; el conocimiento de las causas y consecuencias (de connotaciones teóricas) de la autodestrucción de la URSS y las otras experiencias socialistas; y el entrenamiento para examinar los errores del socialismo propio.
Un punto de partida para su proyección posible, deben ser las preguntas: ¿qué marxismo se enseña? y ¿cuál enseñar?
Un documento elaborado en 1968 por el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, da cuenta de la práctica sistemática de este tipo radical de cuestionamiento propio, como método de autocontrol y proyección docente: «nos detenemos de nuevo en revisar los objetivos y medios de la enseñanza de nuestra disciplina por el interés de programar una política de acción coherente con las ideas más frescas, porque el pensamiento más dinámico […] informe el estilo de nuestra docencia. Y esa preocupación nos ha llevado inevitablemente a otra: ¿es o ha sido realmente la Filosofía marxista el cuerpo teórico del que hemos hecho siempre el centro de nuestra docencia, que hemos llevado o llevamos…a nuestros estudiantes?, ¿qué es, en pocas palabras, la Filosofía marxista? […] No es esta una pregunta para ser respondida, pues aspirar a ello, sería aspirar a una respuesta ya dada, ya pensada (o no pensada), y es preferible comenzar por buscar los caminos, partiendo del estudio crítico mismo de los caminos históricamente utilizados».41
En términos de Aurelio Alonso en 1972: «si se pretende una comprensión marxista del marxismo» hay que convertir en «problema la pregunta ¿qué define al verdadero marxismo?». Y en los de Fernando, otra vez en 1995: «es necesario que haya […] una recuperación y utilización del marxismo, pero, ¿qué marxismo recuperaremos?, ¿en qué consiste realmente “recuperarlo”? Hoy esto está ligado íntimamente a la recreación del concepto de socialismo».42
El planteamiento de estas preguntas radicales como punto de partida, puede convertirse en estímulo para proyectar el desarrollo científico del marxismo, porque, la determinación de estrategias, programas, y acciones docentes, debe ser trazada a partir de fundamentos científicos, de bases conceptuales e históricas. Existe un particular interés de la dirección del país en materia de enseñanza del marxismo, y son varios los espacios de intercambio que ha generado para su análisis. Por otro lado, la ciencia, la tecnología, la innovación, se han erigido por parte del PCC y del gobierno, en uno de los instrumentos de construcción de políticas.43 De manera que, tanto en temas de enseñanza como de asesoría, la ciencia debe ser uno de los pilares en que ancle la posible solución.
El Presidente de la República se ha referido a la necesaria incorporación del marxismo «al análisis cotidiano que, desde la revolución, tenemos que hacer de todos los procesos que estamos enfrentando en lo político, en lo económico y en lo social».44 Desde la perspectiva universitaria, no se trata, entonces, de las también necesarias y sistemáticas actividades metodológicas a nivel de colectivos, claustro, institución, o ministerio. Se trata de avanzar en el plano científico, como valor y fortaleza en sí, para Cuba. Tenemos un atraso enorme (que suma décadas) en el saber actualizado del marxismo, respecto a América Latina, por ejemplo. Los progresos investigativos tendrían el valor adicional de contribuir, de manera más eficiente, al asesoramiento en al trazado de políticas nacionales.
Las Universidades, como centros culturales y científicos que son por naturaleza, deben ser sitio privilegiado para investigar y hacer ciencia del marxismo, para debatir lo nuevo, estimular la lectura de libros y teorías de avanzada. Y a partir de ahí, construir metodología y pedagogía. El marxismo no puede permanecer ni en estado de ciencia rutinaria, ni en estado de pedagogía rutinaria. La organización institucional debe propiciar la salida revolucionaria de esa situación, es decir, estimular las propuestas de ruptura, extraordinarias, y radicales.
La proposición, por ejemplo, sobre la enseñanza del marxismo todo y no solo del M-L, ha de encontrar vías de consideración institucional y socialización de argumentos, con vista a su reflexión atenta, informada, científica, y consciente. Debe entrar en la agenda. Después de casi 60 años de planteamiento explícito por parte de Premios Nacionales de Ciencias Sociales, y de especialistas en marxismo, no puede continuar marginada de los escenarios formales, institucionales, y de decisión.
Debe ser potenciado el debate, siempre sobre bases científicas. Resulta vital incorporar y naturalizar la polémica o los criterios diferentes, encauzar las alternativas de pensar el marxismo, y de adecuarlos a la docencia. Sobre el aporte vivaz de las Ciencias Sociales en general, Juan Valdés Paz, destaca el debate, la socialización de los progresos científicos, y la función de las publicaciones: «difundir libremente los resultados de su producción en la comunidad científica, en el sistema de enseñanza pública, en los medios de comunicación social y las publicaciones. Propiciar el debate fundamentado de esos resultados».45
Investigación y presentación sistemática de resultados, hasta constituir una cultura marxista, para lo cual, ha de ampliarse desde distintos frentes, el conocimiento de polémicas, alternativas teórico-políticas, problemas históricos, historia, historiografía, hagiografía, marxología, archivismo, conocimiento de experiencias históricas de marxismo y socialismo.
Universidad, enseñanza, y socialización del marxismo46
1) Recuperar críticamente el estudio y conocimiento de todo el marxismo: Disciplina de «marxismo». 2) Estudiar integralmente el marxismo, y no dividido en «partes» por Asignaturas. 3) Recuperar el estudio directo del marxismo en sus fuentes: obras de Marx, Engels, Lenin, y de otros marxistas (es necesario que se conozca que hubo más de tres marxistas, y que se estudien sus valiosas teorías). 4) Incorporar el estudio de marxistas cubanos y latinoamericanos: Mella, Fidel; Che; Mariátegui; etc. (en el caso de los marxistas cubanos, su obra y pensamiento no debe ser presentada a los estudiantes como una sumatoria de acciones o ideas políticas (que ya recogen otras áreas de saber). Para ser estudiados desde asignaturas de marxismo, han de presentarse con un enfoque teórico sistematizado, que solo se encuentra parcialmente realizado en algunas de esas figuras). 4) Estudiar polémicas y alternativas marxistas: la rica historia del marxismo cuenta con el aporte de alternativas de interpretación y de estrategias políticas para un mismo fenómeno (las versiones reduccionistas, en particular el M-L, solo han dado a conocer una solución para cada problemática). Necesitamos apropiarnos de todo el marxismo posible. La presentación de polémicas históricas o presentes, constituye una lección epistémica y crítica esencial para ejercitar el pensamiento de un profesional, además de que aporta un aprendizaje realista del marxismo, y de paso atractivo. 5) Considerar la metodología histórica para el estudio contextual del marxismo (estudiar teorías en correspondencia con su contexto y autores, y no como fruto de la «genialidad») 6) Estimular en los claustros la realización de investigaciones novedosas (Proyectos de Investigación) sobre marxismo (no precisamente «desde» el marxismo, pues lo que se necesita es conocer marxismo en sí), que abarquen el marxismo cubano y latinoamericano también. 7) Introducir a la docencia los resultados investigativos sobre marxismo, obtenidos por los proyectos de los claustros, y los provenientes de los centros de investigación. 8) Potenciar las investigaciones sobre la historia del marxismo (de conocimiento extremadamente limitado en nuestro país). 9) Convocar a Programas Nacionales y Sectoriales de Investigación sobre marxismo, a nivel del MES y de Universidades, de Ministerios (MINCULT; MEP; MINED; etc.).47 10) Vida científica del marxismo en las Universidades: sistema de actividades científicas; invitación a conferencistas nacionales e internacionales; presentaciones de libros; aniversarios de acontecimientos; etc. Esto, concebido como actividades abiertas, e incluso de extensión universitaria, con presencia de estudiantes, profesores, y público. 11) Convocatoria a Premios MES, que reconozca resultados científicos sobre marxismo, de claustros y profesores individuales. 12) Realizar Eventos Científicos sistemáticos, institucionales y del MES, sobre marxismo. Incluir a profesores y estudiantes,48 que otorguen puntuaciones para «mérito científico» a estos últimos. En el caso de los profesores, que sea un requisito presentar resultados de Proyectos de Investigación. Y que se programen secciones dedicadas a la introducción de resultados a la docencia. 13) Generar condiciones para la preparación científica de profesores, pero no a través de un Programa de actividades de «superación» a recibir, y que sería percibido como tarea. De preferencia, desarrollar acciones estimulantes y constructivas que los claustros y docentes puedan desarrollar por sí mismos: Proyectos de Investigación; Premios; colaboraciones con organismos e instituciones (que el MES puede facilitar); etc. 14) Formación de especialistas (profesores/investigadores) de primer nivel en marxismo (como los hay en las Universidades de América Latina): propiciar el intercambio internacional; acceso a archivos; becas; idiomas; postgrado; etc. 15) Prioridad a ediciones y reediciones de Libros de marxismo, actuales y clásicos, de autores cubanos y extranjeros (traducciones); divulgar su presentación y debate; garantizar su distribución en todos los centros de Educación Superior (mecanismo que no siempre funciona). 17) Extensión universitaria: conferencia de expertos; presentación de libros; paneles/debates; abiertos al público y promovidos en medios de comunicación tradicionales y virtuales. 18) Presencia sistemática y asesorada en medios de comunicación tradicionales y virtuales: simbología; promoción de eventos científicos, premios, conferencias de especialistas, presentaciones de libros, aniversarios; programación de debates; etc.
Este es un listado abierto a la (re)construcción colectiva y la dialéctica social.
Las acciones docentes deben ser complementadas con otro tipo de procederes, pues las horas curriculares son limitadas. En este sentido, la socialización y comunicación en el marco universitario, han de recibir una atención especial. Un aspecto a potenciar, es la Extensión Universitaria. Las Universidades deben ser centros permanentes no solo de producción, sino de irradiación y socialización del marxismo.
Finalmente, más palabras de Fernando: «reivindico a Marx, que […] reclamaba […] que el pensamiento sea una palanca eficaz para cambiar las circunstancias sociales. No me limito a declarar “soy marxista”, pues no soy una pieza de museo ni quiero serlo. El marxismo es una buena brújula para encontrar el camino en una situación tan complicada como la actual. Pero ser marxista como una profesión de fe me parece estúpido: el marxismo no es un talismán, ni da buena suerte».49
Notas
1 Entre los textos pioneros del M-L, están: Stalin, J. Fundamentos del leninismo (abril-mayo, 1924); ¿Leninismo o trotskismo? (nov., 1924); Cuestiones del leninismo (1926); Acerca del Materialismo Dialéctico y el Materialismo Histórico (1938). Stalin, J. Obras Escogidas. Editorial Nentori, Tirana, https//:bolshetvo.blogspot.com/. Zinoviev, Grigori. El leninismo (1925). Procacci, Giuliano; Zinoviev, Grigori; Stalin, José. El gran debate. (1924-1926). Siglo XXI Editores, 1975. Sobre el M-L, y por citar solo a Vladislav Lektorsky, filósofo ruso reconocido, miembro del Instituto de Filosofía, y que fuera editor jefe de la revista teórica Voprosy Filosofii: «el “leninismo” no fue una sugerencia de Lenin. Este fue una invención de Stalin. Después de la muerte de Lenin, Stalin creó una imagen particular de Lenin […] Fue Stalin quien, en una lección denominada Cuestiones del leninismo, creó el sistema dogmático que se conoce con el nombre de Lenin. Y el marxismo-leninismo nació como resultado dogmático de la construcción stalinista. Yo me opongo a la mezcla mecánica de marxismo y leninismo». Barkhust, David. Soviet philosophy in transition: an interview whit Vladislav Lektorsky. Edición citada, p. 44.
2 Entre los autores latinoamericanos, Néstor Kohan se refiere a la «apabullante sistematización «marxista-leninista» de Stalin», ocurrida después de la muerte de Lenin. Marx en su (tercer) mundo. Edición citada, p. 115. Ver además: Borón Atilio. Lenin y la actualidad del ¿Qué hacer? Bitácora de un navegante: Teoría política y dialéctica de la historia latinoamericana: antología esencial. CLACSO, Buenos Aires, 2020, p. 485.
3 Navarro, Desiderio. ¿Vuelven los viejos manuales soviéticos de marxismo? ¿Y qué piensan hoy de ellos y del marxismo sus ilustres autores? Edición citada, p. 6.
4 Borón, Atilio. Lenin y la actualidad del ¿Qué hacer? Edición citada, p.485.
5 Kohan, Néstor. Marx en su (tercer) mundo. Edición citada, p. 30.
6 Ver por ejemplo al investigador del Instituto de Filosofía, Cruz Capote, Orlando. Breve síntesis sobre las polémicas marxistas en el siglo XX alrededor de la Revolución de Octubre en 1917. Gómez Velázquez, Natasha; Vilá Blanco, Dolores (coords.). La revolución rusa: teorías y polémicas en presente. Editorial Félix Varela, La Habana, 2019, p. 144.
7 La Internacional Comunista contribuyó a su fragua, legitimación y universalización en el movimiento comunista. Los documentos de su 5º Congreso (1924) referían: «la victoria ideológica final del marxismo-leninismo […] sobre el “marxismo” de la Segunda Internacional y el remanente sindicalista»; y que «la primera tarea de la IC y sus secciones, es hacer del marxismo-leninismo, propiedad común de todos sus miembros». Theses of the fifth Comintern congress on the propaganda activities of the CI and its sections (extracts). The communist international.1919-1943. Documents. Selected and edited by Jeny Degras, vol. II, 1923-1928. Royal Institute of International Affairs, pp. 222-223.
8 Stalin, J. Fundamentos del leninismo. Obras Escogidas. Edición citada, p. 54.
9 Ver, por ejemplo: Acanda, Jorge Luis. Transición. http://miradasmultiples.blogspot.com, 2017, s/p. Martínez Heredia, Fernando. Cuba y el Pensamiento Crítico. Entrevista por Néstor Kohan. Fernando Martínez Heredia. Pensar en tiempo de revolución. CLACSO, Buenos Aires, 2018, p. 1231.
10 Sobre el carácter «pluricéntrico» que adquiere el marxismo, ver: Hobsbawm, Eric. Notas para el proyecto de Historia del marxismo. Políticas de la memoria, Buenos Aires, No. 20, 2020, p. 161.
11 Aurelio Alonso, refiriéndose a la iniciación en la historia del marxismo que se produjo en el Departamento de Filosofía de la UH expresó: «en el mundo de los 60 no era posible hablar de un solo marxismo. Esa debió ser la primera constatación […] Fallecido Marx, las lecturas de sus seguidores quedaron sin el interlocutor, y la diversidad se impondría». Alonso, Aurelio. Marx-Martínez. Edición citada, s/p. En realidad, especialistas cubanos trabajan con el criterio plenamente establecido de la diversidad de corrientes del marxismo. El investigador del Instituto de Filosofía, Orlando Cruz Capote, por citar solo un ejemplo, expresa: «Al escribir de los marxismos y marxistas en plural, conteniendo per se al leninismo(s), se abarca no solo a los clásicos, sino a sus coterráneos y continuadores, asumiendo un marco epistemológico fundamental para explicar la profunda dialéctica de la teoría-práctica del marxismo revolucionario fundacional, evitando reduccionismos que aún subsisten cuando se etiqueta al marxismo como una filosofía cerrada, sin la existencia de sus desarrollos independientes y las disimiles vías para arribar al socialismo, según las condiciones sociohistóricas concretas». Cruz Capote, Orlando. Breve síntesis sobre las polémicas marxistas en el siglo XX alrededor de la Revolución de Octubre en 1917. Edición citada, p.131.
12 Ídem., p. 138.
13 Borón, Atilio. La actualidad del ¿Qué hacer? Edición citada, p. 484
14 Entre los reconocidos especialistas del marxismo en Cuba, se encuentra Rubén Zardoya, quien participa del criterio de que este es un debate escolástico. En el mismo texto, expresa que: «yo, como norma, escribo y digo “marxismo”, no pienso en la necesidad de agregar nada más». La ideología de la revolución cubana. Cuba Socialista. www.cubasocialista.cu (12.9.2019)
15 Limia David, Miguel. Ídem.
16 Martínez Heredia, Fernando. Cuba y el Pensamiento Crítico. Edición citada, p.1231.
17 Martínez Heredia, Fernando. Izquierda y marxismo en Cuba. Edición citada, p. 100.
18 Santana, Joaquín. Algunos problemas de la filosofía marxista y su enseñanza en Cuba. Edición citada, p. 30.
19 Díaz Castañón. María del Pilar. Ideología y revolución: Cuba, 1959-1962. Edición citada, p. 29. Ver su caracterización del DIAMAT e HISMAT propios del M-L, pp. 45-46.
20 Martínez Heredia, Fernando. Prólogo. Apuntes filosóficos. Ernesto Che Guevara. Edición citada, págs. 10; 17
21 Guadarrama González, Pablo. Marxismo y antimarxismo en América Latina. Fundación editorial El perro y la rana, Vol. 1, 2014, p.38
22 Acanda, Jorge L. Entrevista al profesor Jorge Luis Acanda sobre el marxismo en Cuba y la influencia de la obra de Francisco Fernández Buey. Rebelión, 13.11.14.
23 Valdés Paz, Juan. Cuba, Ciencias Sociales y socialismo. Edición citada, s/p.
24 Ver, por ejemplo, su intervención en: La ideología de la revolución cubana. Ídem; y el texto de 1995, La huella y la fragua: el marxismo, Cuba y el fin de siglo. Hernández Martínez, Jorge (coord.) Antología del pensamiento crítico cubano contemporáneo. CLACSO, Buenos Aires, 2015.
25 Torres Cuevas, Eduardo. Apuntes sobre la ideología de la revolución cubana. Granma, 29.1.22, Edición digital, s/p.
26 Cruz Capote, Orlando. Breve síntesis sobre las polémicas marxistas en el siglo XX alrededor de la Revolución de Octubre en 1917. Edición citada, págs. 140, 154.
27 Pérez Varona, Wilder. Marx: política y enajenación. Editorial Filosofía.cu, p. 30.
28 Ver el capítulo «La larga y penosa marcha del materialismo dialéctico». Kohan, Néstor. Marx en su (tercer) mundo. Edición citada, p. 30
29 Borón Atilio. Lenin y la actualidad del ¿Qué hacer? Edición citada, pp. 484-485.
30 Ibídem.
31 Para contratar lo expresado, ver: Constitución de la República de Cuba (2019). Gaceta de la República de Cuba. Ministerio de Justicia, No. 5 Extraordinario, 10.4.19, pp. 69-115; Ley de Reforma Constitucional (1992). Gaceta de la República de Cuba. Ministerio de Justicia, No. 6 Extraordinario, 13.7.92, pp. 23-32. Reforma constitucional (2002). Gaceta de la República de Cuba. Ministerio de Justicia, No. 3 Extraordinario, 31.1.2003, pp. 7-22.
32 El Secretario del Consejo de Estado Homero Acosta, al explicar las modificaciones al Proyecto de Constitución con vista al texto definitivo, mencionó el retiro del término «M-L». Argumentó que los especialistas consultados habían explicado la connotación «stalinista» del «M-L». De manera que fue sustituido por «marxismo y leninismo» (denominación que tiene otro contenido y significado).
33 Conozco y valoro los aportes de Lenin al marxismo. Hace 20 años que imparto la Asignatura «Teoría e Historia del Marxismo (II)», dedicada específicamente al estudio del marxismo de Lenin y el leninismo. El curso es de 64 horas, y forma parte del currículo básico de la Carrera de Filosofía. Además, investigo y publico sobre el tema.
34 Valdés Paz, Juan. Cuba, Ciencias Sociales y socialismo. Edición citada, s/p. Gómez Velázquez, Natasha. La actualidad condicionada de Marx. Un enfoque desde el marxismo clásico, en el 200 aniversario de su natalicio. Revista Cubana de Ciencias Sociales. No. 49, 2018, p. 111.
35 Gómez Velázquez, Natasha; Vilá Blanco, Dolores. Por un marxismo con vida real, más allá de la disciplina y la norma. Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, No. 2, 2019, pp. 8-9.
36 Monal, Isabel. La huella y la fragua: el marxismo, Cuba y el fin de siglo. Edición citada, p. 180. Fernando: «en los instrumentos de reproducción ideológica son cada vez más escasas las referencias al socialismo, y el marxismo como un requerimiento ideológico ha ido desapareciendo; en los medios de comunicación, las referencias a ambos son prácticamente inexistentes. No subestimo la esterilidad vigente de sectores ideológicos burocratizados que siguen funcionando e imponiendo su arbitrio o su inacción. Pero lo más visible es una suerte de vacío ideológico». Martínez Heredia, Fernando. Izquierda y marxismo en Cuba. Edición citada, p. 103.
37 Rodríguez, Pedro Pablo. La ideología de la revolución cubana. Edición digital citada, s/p.
38 «Hace mucho tiempo, la comunidad académica y científica cubana, se debe a sí misma esa reflexión extraordinaria […]» «Ha de cuidarse que sus premisas no sean […] las de siempre: de carácter […] emocional; basadas en la tradición; el facilismo (lo sabido o lo que se cree saber); las empatías personales; los dogmas; y la norma […] Esas, las confortables premisas […], vigilan que se perpetúe una política de la verdad, que ha negado las condiciones de posibilidad para la existencia y vida de una auténtica intelectualidad marxista. La reflexión que corresponde, debe ser extraordinaria […]; colectiva; radical; y fundarse en […] la investigación […]». «Esta deuda de pensamiento, estudio, y debate, se remonta a la época en que tuvimos conocimiento suficiente; conciencia teórica […] (no siempre fue así); […] disposición y capacidad […] y no lo hicimos. Ni siquiera la caída del socialismo en la URSS y Europa ¾de consecuencias teóricas¾, tuvo fuerza suficiente para convocar a dicha discusión […] Pensar el marxismo ¾su enseñanza, divulgación, edición, investigación¾, […] es nuestro deber, y […] tiene que ver con la vitalidad de la revolución». Gómez Velázquez, Natasha. El marxismo: su difusión y enseñanza darwinista. Revista Cubana de Filosofía. No. 28, set-junio, 2015-16. Desde el Pedagógico Varona, el profesor Felipe Pérez ha expresado: «no hay una crítica sistematizada, sobre los errores introducidos y los cometidos en la enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba. No lo ha hecho la institucionalidad desde los ministerios de educación y ciencia, tampoco la academia, sus asociaciones y colectivos. El derrumbe del socialismo en la URSS y el campo socialista, hizo insostenible el mantenimiento de la plataforma docente marxista-leninista, hubo cambios por las circunstancias, pero el análisis desde dentro de la ciencia y de los profesores e investigadores, se ha ido postergando y ya hoy es un problema en sí mismo». Felipe Pérez. La enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba Desmitificar los mitos del dogma. Edición digital citada, s/p.
39 «¿Y cuál marxismo asumiría la Revolución cubana? Es imprescindible que todos conozcamos la historia viva de cómo el pensamiento social cubano dio un enorme salto hacia adelante al asumir el marxismo […]; y también la historia […] de las dificultades y los conflictos, de los estudios y las polémicas, de las corrientes diferentes dentro del marxismo, a través de los cuales […] encontró su vitalidad, su forma y sus funciones cubanas. Y que conozcamos también las insuficiencias […], los errores […] en relación con el marxismo y su utilización, y los aspectos negativos que a mediano plazo lo han perjudicado tanto, hasta hoy». Martínez Heredia, Fernando. Pensamiento social y política de la Revolución. El ejercicio del pensar. Editorial de Ciencias Sociales, Ruth Casa Editorial, 2010, pp. 23-24. Ver Martínez Heredia, Fernando. Izquierda y marxismo en Cuba. Edición citada, p. 104.
40 Ídem., págs. 104; 106.
41 La enseñanza de la Filosofía marxista. Inédito citado, s/p.
42 Alonso Tejada, Aurelio. El estudio del marxismo desde una perspectiva histórica. Inédito citado, s/p. Martínez Heredia, Fernando. Izquierda y marxismo en Cuba. Edición citada, p. 110.
43 Ver por ejemplo, Díaz Canel Bermúdez, Miguel. Gestión del Gobierno basada en ciencia e innovación: avances y desafíos. Conferencia inaugural del Congreso de Educación Superior, Universidad 2022. www.congresouniversidad.cu
44 Que la enseñanza del marxismo y de la Historia sea parte natural de la vida de Cuba. Granma, 17.12.21, www.granma.cu, s/p.
45 Valdés Paz, Juan. Cuba, Ciencias Sociales y socialismo. Edición digital citada, s/p.
46 Recomendamos ver las sugerencias de reconocidos especialistas cubanos, por ejemplo, Valdés Paz inicia su listado de «desafíos” de las Ciencias Sociales cubanas, planteando: «acabar de destrabar el modelo de ciencias sociales de inspiración soviética predominante en etapas anteriores, y propiciar un nuevo modelo». Ídem., s/p.
47 Sobre la pertinencia de investigaciones en el campo de las Ciencias Sociales y el marxismo, Isabel Monal ha comentado: «Cabe lamentar cómo en Cuba el apremio de los problemas concretos ejerce, desde los órganos de dirección intermedia, una presión que tiende a interesarse y a promover solamente las investigaciones aplicadas en detrimento de los problemas más de fondo, obstaculizando, con ello, el papel que Cuba puede y debe jugar en esta gran reflexión internacional». Monal, Isabel. La huella y la fragua: el marxismo, Cuba y el fin de siglo. Edición citada, p. 178. Tenemos entendido que, a fines de 2021, se ha aprobado la apertura de un Programa Nacional de Investigación sobre marxismo.
48 La Dirección de marxismo de la Universidad de La Habana efectuó en 2021 su primer evento estudiantil sobre marxismo. Por otra parte, el Departamento de Filosofía Especialidad de la UH en conjunto con el Instituto de Filosofía, también han integrado estudiantes a sus eventos científicos.
49 Martínez Heredia, Fernando. Izquierda y marxismo en Cuba, Edición citada, p. 113.
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